Ayer, el jefe de la bancada del Partido Patriota decidió desistir de buscar votos para la aprobación de la iniciativa de ley 4729, en la cual el Ejecutivo había “empaquetado” los bonos, dos préstamos y una reducción al presupuesto. Un tropiezo escandaloso del Ejecutivo, resultado de la torpeza de creer que tenía poder ilimitado para resistir el rechazo ciudadano comprando la voluntad de la mayoría de diputados. Tan torpe y necio que ayer, incluso después de la decisión de la bancada oficialista, el presidente Pérez Molina declaró que no retiraría la fallida iniciativa de ley, desafiando a la ciudadanía, al electorado, pero sobre todo, al sentido común y el decoro.
Esta torpeza prácticamente está condenando los préstamos del BID y el Banco Mundial a que no los apruebe el Congreso. En este caso, este será un tropiezo financiero descomunal para el Ejecutivo, ya que esos empréstitos fueron incluidos dentro de las fuentes de financiamiento del gasto público aprobado en el presupuesto de este 2013. Por su voracidad desmedida por los bonos, el Gobierno ahora languidece al borde de la inanición financiera. Esto puede terminar en desabastecimiento de servicios de salud, educación y seguridad, parálisis de la inversión pública en infraestructura, y posiblemente, atraso en el pago de salarios. Todo un cóctel explosivo de conflictividad social, crisis económica e ingobernabilidad.
¿No habría sido más prudente y sabio buscar la aprobación sólo de los préstamos que ya estaban incluidos en el presupuesto, y no dejarse llevar por el apetito voraz por los bonos?
Por otro lado, el Presidente y su Ministro de Gobernación emitieron el Acuerdo Gubernativo No. 289-2013, con el cual, entre otras reformas al Reglamento de Tránsito, obliga a los motoristas a comprar un chaleco del color del partido oficial y a conducir sólo por la derecha. Antes de estas reformas, el gobierno ya era incapaz de lograr el cumplimiento pleno de la norma anterior, por lo que es más que razonable la duda: ¿qué garantías hay que se cumplirá la nueva norma?
Además, resulta que es hasta ahora que el Ejecutivo busca coordinar con las policías municipales de tránsito y otras autoridades que pudieran estar obligadas a cumplir las normas nuevas. ¿Por qué no coordinaron antes de emitir el acuerdo gubernativo? ¿Cuál era la prisa? ¿Acaso alguien con un apetito voraz por las ganancias por la venta de los chalecos naranja? Todas estas torpezas están generando caos y confusión, pero sobre todo, posibles ilegalidades como incumplimiento de deberes, ya que, por desconocimiento, las autoridades no pueden hacer cumplir la ley.
Y así, podría continuar una lista cada vez más larga de torpezas: como intentar manipular la Industria Militar para hacer todo tipo de compras por excepción; eliminar el Fonapaz para reemplazarlo por otro fideicomiso, aún peor; la construcción fraudulenta de presidios; tragarse el cuento del supuesto canal interoceánico; y un largo etcétera. Todo esto, caldo de cultivo fértil para la corrupción.
Es urgente y necesario reforzar el cumplimiento del Reglamento de Tránsito o la moral tributaria, pero con estas torpezas lo que logra el Ejecutivo es rechazo y menosprecio por la obligación de cumplir las leyes. Esto es jugar con fuego, y si el gobierno no frena la sucesión de torpezas y tropiezos, puede que termine siendo demasiado tarde.
La actitud desafiante y necia del Presidente, buscando ostentar un poder que no tiene, no ayuda para nada. Es su momento de buscar demostrar sabiduría rectificando los errores. ¿Tendrá Pérez Molina el poder real de rectificar?
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