Comúnmente esto ocurre o se manifiesta en el colegio o la escuela. Muchos consideran que ser sujeto de intimidación o ser el que la perpetúa es un tipo de pasaje de rito que todos experimentamos durante la juventud. Debido a ello, en muchas ocasiones este tipo de acciones son consideradas inofensivas y se vuelven casi cotidianas para muchos niños y adolescentes.
La raíz del bullying en la mayoría de casos es las diferencias que los victimarios consideran fuera de lo normal o raro. Por ejemplo, éstas pueden ser desde diferencia de ideas, intereses y comportamientos hasta diferencias físicas, preferencias sexuales y situación económica. Las personas que son victimas del acoso y la intimidación suelen ser excluidas y juzgadas por características que son consideradas fuera de la “norma” y el status quo.
Los sujetos responsables de propagar el bullying usualmente muestran tendencias de baja autoestima y en muchos casos ellos mismos han sido víctimas. A pesar de que muchos no consideran este tipo de comportamiento algo serio, varios estudios han mostrado que el acoso y la intimidación tienen efectos a corto y largo plazo.
Actualmente el bullying, debido a la tecnología se ha vuelto cada vez más frecuente, invasivo, peligroso y violento. La internet y las redes sociales se han vuelto las principales vías donde se lleva a cabo el acoso y la intimidación. Los victimarios se aprovechan del gran alcance que éstas tienen y al mismo tiempo la ventaja del anonimato. En muchos casos, los bullies crean perfiles falsos para atacar a sus víctimas y así evadir las consecuencias de ser identificados o señalados. Los resultados de este acoso sistemático vía internet son devastadores y en algunos casos las consecuencias han sido el suicidio.
En el 2011 en Estados Unidos se reportaron más de 20 suicidios de adolescentes a causa del acoso sistemático al que eran sujetos vía redes sociales. Estos jóvenes se encontraban entre los 12 y 18 años y la razón por la que eran intimidados era por su preferencia sexual. Jamie, un joven de Búfalo Nueva York vivía una continua lucha con su sexualidad, el acoso que recibía en su colegio y a través de las redes sociales se volvió insoportable. Todos los días recibía mensajes de odio debido a su sexualidad, al no poder soportar el constante abuso de sus compañeros, este niño inocente de sólo 14 años se quitó la vida.
Esta semana, el New York Times publicó un reportaje sobre los efectos duraderos de la intimidación y el acoso. El reportaje presentó un estudio realizado por expertos de las Universidades Johns Hopkins y Duke, cuyos resultados señalaron que ser víctima y victimario de la intimidación es una experiencia traumática que trascenderá. En el estudio participaron 1,420 jóvenes entre los 9 y 16 años, los cuales fueron separados en tres grupos: víctimas, victimarios y los que no habían tenido ninguna experiencia. A estos niños se les hizp una serie de preguntas para entender el contexto y el porque del acoso. Los mismos jóvenes fueron entrevistados dos veces más, a los 19 – 21 años y por último a los 26 a 30 años. Los resultados mostraron que ambos grupos de las víctimas y los victimarios experimentaron consecuencias psicológicas y emocionales, las cuales se manifestaron cuando eran jóvenes y adultos. El estudio señaló que ambos grupos eran más sujetos a sufrir trastornos psicológicos como ataques de ansiedad, depresión y tendencias suicidas.
El bullying es una acción que debe ser condenada por todos, ya que sus consecuencias son duraderas y devastadores. Es importante enseñar a los niños con nuestro ejemplo a celebrar las diferencias y la individualidad de cada uno.
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