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Ecuador en la mira por el caso Assange

La defensa de la soberanía nacional ha vuelto a aparecer en el discurso oficial, ya que Correa se describió a sí mismo como “un David luchando contra un Goliat”.
Las autoridades suecas han manifestado que no extraditarían a Assange a un país donde exista la pena de muerte pero Correa insiste en que se debe garantizar explícitamente que el fundador de Wikileaks no sería extraditado a Estados Unidos.
Rafael Correa, presidente de Ecuador durante la conferencia de prensa
Rafael Correa, presidente de Ecuador durante la conferencia de prensa
Rafael Correa, presidente de Ecuador durante la conferencia de prensa
Christine Assange
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Ecuador en la mira por el caso Assange

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¿Es Rafael Correa un defensor de la libertad de expresión o decidió enarbolar la causa de Julian Assange, fundador de Wikileaks, con fines políticos de cara a las elecciones de 2013?

Desde Quito y Guayaquil/ 
“Julián, amigo, Ecuador está contigo” y “colonialismo, vuelve a tu casa” fueron algunas de las consignas que corearon unos cien manifestantes frente a la embajada británica en Quito el lunes pasado.

Algunos provenían de movimientos políticos y sociales de izquierda como la Juventud Comunista Ecuatoriana y la Coordinación de Comités de la Revolución Ciudadana (CRC); otros aseguraban que habían llegado por su cuenta, como ciudadanos independientes para manifestar su apoyo al fundador del portal electrónico Wikileaks, el cual ha publicado más de 1.2 millones de cables diplomáticos estadounidenses desde su creación en 2007 sobre la guerra en Afganistán, la detención de prisioneros en Guantánamo y el apoyo del gobierno norteamericano al golpe de estado contra Manuel Zelaya, entre otros temas.

Frente al Edificio Citiplaza, el cual alberga la embajada británica y alemana, se entremezclaban manifestantes, curiosos y periodistas, mientras una fila de policías antimotines resguardaba la entrada.

La manifestación de solidaridad con Assange se realizó simultáneamente frente al consulado británico en Guayaquil tras una convocatoria en las redes sociales, luego de que el jueves pasado, el canciller ecuatoriano Ricardo Patiño anunciara que su país le había concedido el asilo diplomático a Assange, quien se encuentra refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres desde hace dos meses.

El domingo a las 10 de la mañana se ha convocado una nueva manifestación frente a la sede diplomática británica.

Horas antes de que Patiño diera a conocer la decisión de su gobierno, las autoridades británicas hicieron llegar a sus homólogos ecuatorianos un memorándum en el cual se manifiesta que la Ley sobre Instalaciones Diplomáticas y Consulares de 1987 constituye una base legal en el Reino Unido que permitiría la detención de Assange al interior de la embajada.

“Sinceramente esperamos no tener que llegar a este punto pero si ustedes no pueden resolver el asunto de la presencia del Sr. Assange en sus instalaciones, esta ruta está abierta para nosotros”, reza el documento. “Nadie nos va a atemorizar”, fue la respuesta del presidente ecuatoriano Rafael Correa en Twitter.

Con 73 votos a favor de los 80 parlamentarios presentes y siete abstenciones, la Asamblea Nacional ecuatoriana aprobó una declaración de rechazo a las “amenazas” del gobierno británico.

El martes pasado, durante una conferencia de prensa en Guayaquil, el Presidente Correa calificó, en reiteradas ocasiones, el contenido del memorándum como “una amenaza grosera” pero insistió que “pese a esa impertinencia estamos abiertos al diálogo”. “No esperamos disculpas pero sí que se retracten”, agregó el mandatario.

En una segunda conferencia realizada el día siguiente en Quito, se refirió al documento  como “una ofensa no sólo a Ecuador sino al planeta entero”, ya que tomar la embajada ecuatoriana por la fuerza violaría la inmunidad de las sedes diplomáticas en todo el mundo.

Las amenazas no sólo han venido de Londres. El 2 de agosto, la congresista estadounidense Ileana Ros-Lehtinen (republicana de Florida), presidenta del Comité de Asuntos Exteriores envió una carta al Departamento de Estado, instándolo a suspender la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga (ATPDA, por sus siglas en inglés) para Ecuador como un castigo por su “comportamiento radical”, refiriéndose a las presuntas violaciones a la libertad de prensa cometidas por la administración de Correa. 

El ATPDA es un sistema de preferencias comerciales mediante las cuales Estados Unidos otorga acceso libre de aranceles a una amplia gama de exportaciones de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, con el propósito de fomentar el desarrollo económico en estos países y proporcionar alternativas a la producción de cocaína.

“Los Estados Unidos, el país que el Sr. Correa tanto desprecia, permite a Ecuador exportar muchos de sus productos libre de aranceles, lo cual genera unos 400 mil empleos en un país de 14 millones de habitantes y constituye un tercio de las exportaciones ecuatorianas. El Congreso fácilmente podría decidir eliminar ese acceso comercial preferencial a inicios del próximo año. ¿Vale la pena correr ese riesgo por el Sr. Assange?”, plantea un editorial del diario estadounidense The Washington Post el 20 de agosto.

Cuando se le preguntó al mandatario si con la concesión de asilo político a Assange, Ecuador había importado un problema, Correa respondió: “El ATPDA fue implementado por Bill Clinton como compensación por la lucha contra el narcotráfico, la cual exige ingentes recursos que necesitamos para la construcción de carreteras y hospitales, entre otras cosas, y luego se convirtió en un mecanismo de chantaje para que Estados Unidos pudiera decir ‘o te portas bien  y doblas la cerviz o te quito el ATPDA’. Que hagan lo que se les dé la gana, nuestra soberanía no está en venta”.

La relación entre Ecuador y Estados Unidos ha sido tensa desde que el canciller Patiño declarara a la embajadora estadounidense Heather Hodges como “persona non grata” en abril de 2011, luego de que los medios de comunicación publicaran un cable de Wikileaks, firmado por Hodges en 2009, en el cual se afirmaba que la corrupción era “generalizada” en las filas de la Policía.

La defensa de la soberanía nacional ha vuelto a aparecer en el discurso oficial, ya que Correa se describió a sí mismo como “un David luchando contra un Goliat” y arremetió contra el Reino Unido por sus pretensiones coloniales sobre las Islas Malvinas. En respuesta a los señalamientos de autoritarismo en su gobierno, dijo: “No sé a quién habremos invadido o a quien habremos colonizado nosotros. Recuerden lo que pasó en la India, en las Malvinas, que no nos vengan a hablar de democracia porque no conozco a un rey en América Latina”.

“Políticamente, aparece el discurso de la soberanía, de un presidente valiente que no se va a doblegar ante el imperio. Reivindicar el anti-imperialismo es la única bandera de izquierda que le queda a Correa. ¿Cómo se justifica que un gobierno sea de izquierda y tenga al movimiento indígena en su contra?”, afirma César Ricaurte, director de Fundamedios, una ONG creada en 2006 por un grupo de periodistas que buscan defender la libertad de expresión.

El comentario alude al divorcio entre el Movimiento Alianza País que llevó a Correa al poder y los sectores de izquierda, entre ellos el partido indígena Pachakutik, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) e intelectuales como Alberto Acosta, quien se perfila como un potencial candidato para las elecciones de 2013, ya que estos se oponen a la política energética del gobierno y denuncian la falta de avances en el tema agrario.

Temores por la seguridad de Assange

Según reporta el rotativo británico The Daily Mail, el primer ministro británico le ha pedido al Ministro de Relaciones Exteriores británico que “calme ya esta disputa” y le baje el tono con Ecuador. Mientras, el secretario general de  la Organización de Estados Americanos (OEA), Miguel Insulza, le pidió a Gran Bretaña que respetara la embajada ecuatoriana, la cual se encuentra rodeada de un enorme dispositivo de seguridad, ya que “el asilo es una institución sagrada”.

La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), un organismo que busca crear un espacio regional integrado, y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), una organización regional impulsada por Cuba y Venezuela, también han condenado las amenazas contra la embajada ecuatoriana y han respaldado la decisión de Correa de concederle asilo a Assange.

Correa manifestó que existen dos salidas a la crisis diplomática entre Ecuador y el Reino Unido: la primera sería que las autoridades británicas le otorguen a Assange el salvoconducto para salir de la embajada y viajar a Ecuador, y la segunda que Suecia se comprometiera a no extraditar a Assange a Estados Unidos.

El mandatario recalcó que la concesión de asilo político no pretende garantizarle a Assange inmunidad por los presuntos delitos sexuales por los cuales está siendo investigado en Suecia y dijo que su gobierno había abierto la posibilidad de que Assange pudiera ser interrogado por las autoridades suecas al interior de la embajada, oferta que hasta la fecha no ha sido aceptada. “El señor Assange jamás ha rehuido de sus responsabilidades; lo que hemos pedido es que se den las garantías de que no se le extraditará a un tercer país”, dijo Correa.

Las autoridades suecas han manifestado que no extraditarían a Assange a un país donde exista la pena de muerte pero Correa insiste en que se debe garantizar explícitamente que el fundador de Wikileaks no sería extraditado a Estados Unidos, ni sería sometido a torturas ni tratos degradantes, lo cual incluye la reclusión a cadena perpetua, ya que esto equivaldría, según el mandatario, a “una muerte en vida”.

En una carta de apoyo enviada al presidente Correa, el académico norteamericano Noam Chomsky establece paralelos con la detención de Bradley Manning, el soldado estadounidense acusado filtrar documentos confidenciales a Wikileaks, y asegura que lo que le sucedió al joven es una indicación de cómo Assange sería tratado si fuera extraditado a Estados Unidos.

Por medio de su abogado, Manning denunció en marzo de este año que las autoridades carcelarias de la base naval de Quantico, Virginia, lo han mantenido en aislamiento, lo han despojado de sus anteojos y lo obligan a desnudarse delante de los celadores cada noche, un trato que ha sido denunciado por Amnistía Internacional como una violación de sus derechos humanos.

Si las autoridades británicas no garantizan el salvoconducto, Assange “podría quedarse indefinidamente en la embajada”, dijo Correa. Agregó que su gobierno baraja la posibilidad de llevar el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y a la Corte Internacional de La Haya para resolver el conflicto diplomático con el Reino Unido y asegurar que no se violará la inmunidad diplomática de su embajada en Londres.

Assange, Correa y el “club de los perseguidos”

El 17 de abril, durante una entrevista que Assange le hizo a Correa en su programa The World Tomorrow, transmitido en el canal Russia Today (RT), el mandatario ecuatoriano le dio la bienvenida al “club de los perseguidos”. Durante la conferencia de Quito, Correa mencionó la entrevista y dijo que había marcado el inicio de una relación entre ambos que resultó en la petición de asilo: “Julian Assange demostró que conocía muy bien lo que estaba sucediendo en Ecuador. Se mostró admirador de este proceso y me parece que hubo una sensación de confianza y de empatía con el entrevistado. Creo que es muy probable que esa entrevista haya incidido en que haya pedido asilo a Ecuador”, dijo Correa durante la conferencia de Quito.

Cuando una reportera del semanario británico The Sunday Times le preguntó a Correa si existían similitudes entre él y Assange, el presidente ecuatoriano respondió en tono jocoso: “Ambos somos del sexo masculino; no sé cuánto mide el señor Assange porque sólo lo he visto en la televisión”, y posteriormente agregó: "Tal vez una característica que compartimos es que a los dos nos gusta enfrentar a ciertos poderes tremendamente injustos que aún existen sobre la tierra. Como le dije al final de nuestra entrevista vía Skype, bienvenido al club de los perseguidos”.

En Ecuador, muchos juzgan el deseo de Correa de identificarse con Assange –considerado por sus simpatizantes como un ícono de la libertad de expresión– como una maniobra política de cara a las elecciones de 2013, que pretendería desmentir las acusaciones en su contra relacionadas con presuntas violaciones a la libertad de prensa.

“Lo que Ecuador está haciendo en pro de la democracia participativa es tan importante como lo que Wikileaks ha hecho en pro de la libertad de expresión. Ecuador no cumple con los derechos humanos del diente al labio. Sus líderes políticos son generosos, fuertes, éticos y creen en el futuro”, dijo Christine Assange, madre del fundador de Wikileaks, cuando fue recibida por simpatizantes en la Asamblea Nacional, el 2 de agosto.

“Assange le cae muy bien a la política interna en un contexto de debate sobre la libertad de expresión”, asegura Fernando Carrión, analista de la sede ecuatoriana de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

“El frente internacional le interesa ahora más que nunca. (Rafael Correa) se dio cuenta de que con los juicios (en los que se condenó a periodistas y dueños de medios a cárcel y a pagar multas millonarias impagables) se le cayó el frente internacional y lo de Assange le ha dado popularidad y posicionamiento con los sectores de derechos humanos”, agrega Juan Carlos Calderón, director de la revista Vanguardia.

El gobierno de Correa ha tenido una tensa relación con los medios de comunicación. Invirtiendo el papel tradicional de éstos como un ente que denuncia y regula la corrupción estatal, el mandatario ecuatoriano ha creado lo que Calderón califica como “una anti-marca”: el epíteto “prensa corrupta y mercantilista” que repite en reiteradas ocasiones en su cadena sabatina Enlace Ciudadano.

El Grupo Isaías, propietario de más de diez medios de comunicación impresos, televisivos y radiales además de un banco que fue cedido al Estado en 1998 debido a la crisis de liquidez que afrontaba y que diez años después sería intervenido e incautado por malos manejos por la Agencia de Garantía de Depósitos, encarnó a la “prensa corrupta” denunciada por Correa.

“Los dueños tradicionales de los medios han sido gente con mucho poder en Ecuador. Correa tiene algo de razón cuando dice que la prensa hacía lo que se le daba la gana”, admite el director de un canal de televisión privado que pidió reserva de su nombre.

Pero agrega que el mandatario metió a todos los medios en el saco de la “prensa corrupta” declarando una guerra abierta en su contra y persiguiendo a cualquier medio que adopte una postura crítica, sin importar si se trata de uno de los diarios de mayor circulación en el país, como en el caso de El Universo, o de una radio comunitaria indígena que critica la minería a cielo abierto.

El debate sobre la libertad de expresión

Fundamedios contabiliza un total de 535 amenazas a la libertad de prensa en el país entre 2008 y 2012, lo cual incluye varias acciones legales emprendidas por el propio Correa.

En febrero de este año, la jueza quinta de lo Civil en Pichincha, Mercedes Portilla, condenó a los periodistas Juan Carlos Calderón y Christian Zurita, autores del libro El Gran Hermano, el cual revela los millonarios contratos que el hermano del mandatario, Fabricio Correa, habría firmado con el Estado a través de las empresas donde tiene participación, al pago de un millón de dólares por cada uno a favor del mandatario y US$100,000 para sufragar el costo de la defensa. La demanda fue interpuesta por el presidente Correa a título personal por “daño espiritual”, no por calumnia, y fue procesada con una celeridad raramente vista en un país donde la justicia es lenta y burocrática.

La Corte Nacional de Justicia también confirmó la condena de tres años de cárcel para el ex editorialista Emilio Palacio y para los hermanos Carlos, César y Nicolás Pérez Barriga, directores de El Universo, el diario de mayor tiraje del país, así como el pago a Correa de US$40 millones como indemnización. Palacio y los directores del rotativo fueron acusados de injuria luego de que el primero publicara una columna de opinión titulada “No a las mentiras” en la cual acusó a Correa de ordenar que las fuerzas policiales dispararan contra un hospital público durante la crisis política de 2010, el llamado 30-S, que fue caracterizado por los simpatizantes del mandatario como un intento de golpe de Estado.

En un contexto internacional de fuerte crítica hacia el peligroso precedente que se estaba sentando para la libertad de expresión, Correa anunció, el 27 de febrero, que “perdonaba” a los periodistas demandados.

La prensa nacional e internacional ha recalcado la aparente contradicción entre las acciones emprendidas por Correa contra los medios ecuatorianos y su decisión de concederle el asilo político a Assange.

“Mi abuela tenía un dicho para señalar a aquellas personas que tenían un comportamiento doble, decía: ‘Son candil en la calle y oscuridad en la casa’, así se presenta nuestro gobierno, irrespeto a las libertades y procedimientos casa adentro y voceros de esos mismos derechos internacionalmente”, escribió el columnista Luis Carlos Lecaro, el 20 de agosto en el diario El Comercio.

Durante las dos conferencias de prensa realizadas esta semana en Guayaquil y Quito, Correa defendió su postura y comparó los casos de El Universo y los autores de El Gran Hermano con el juicio iniciado en Inglaterra contra Rebekah Brooks, ex consejera delegada de News International, por las escuchas telefónicas ilegales que realizó el tabloide News of the World.

También comparó a la prensa latinoamericana con el personaje “Sinchi”, en la novela Pantaleón y las Visitadoras de Mario Vargas Llosa, un locutor de radio que utiliza su programa para arremeter contra lo que no le parece correcto a él o al pueblo pero resulta ser un chantajista.

“Lo que muchas veces no se entiende en Europa y Estados Unidos es la calidad y clase de prensa que hay en Latinoamérica, una prensa totalmente corrupta y mediocre. No estamos tratando con Bernstein y Woodward luchando contra la corrupción en el caso Watergate. Estamos enfrentando a los Sinchis de Pantaleón y las Visitadoras y a los Murdoch”, dijo Correa.

El mandatario ecuatoriano también mencionó el caso de un joven de 17 años que fue arrestado en Inglaterra a finales de julio y acusado de “comunicación maliciosa” luego de que enviara un Tweet al clavadista Tom Daley diciéndole que su padre, quien murió de cáncer el año pasado, se sentiría decepcionado de él por no haber logrado una medalla en los juegos olímpicos de Londres. Correa comparó el hostigamiento del que fue víctima Tom Daley, con supuestas calumnias e injurias profesadas en su contra en las redes sociales: “Si ustedes leyeran los Tweets que me envían…”

Con relación al caso de El Universo, Correa dijo: “En América Latina es un atentado contra la libertad de expresión enjuiciar a un periodista por sus mentiras. El juicio contra El Universo fue porque acusaron al Presidente de genocida. ¿Qué sucedería si alguien en un periódico de Inglaterra acusara a la reina de genocidio?”

Después de que los tribunales fallaran contra El Universo, uno de sus directores, Carlos Pérez Barriga, solicitó asilo político a la embajada panameña. Con relación a esta aparente ironía, el mandatario ecuatoriano manifestó: “Jamás se le negó el salvoconducto al señor Pérez, ya que no tenía orden de prisión. Lo de refugiarse en la embajada de Panamá fue una gran patraña para impresionar a los ingenuos, una inmensa mentira, al punto de que cuando quiso salió de la embajada como Pedro por su casa y se fue a Panamá”.

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