¡Chiquita la tarea que nos asigna este señor! Quizá no haríamos mal, entonces, en considerar la quiromancia como apoyo metodológico. Pero, cosas inasibles aparte, su mensaje tampoco puede ser descartado del todo.
Nadie niega que sea bueno pensar en el largo plazo. Como tampoco se niega lo favorable que es saber que las cosas siempre están sujetas a un orden invisible que no es por sí mismo ni bueno ni malo, pero que si no lo comprendemos le hará jiu-jitsu a nuestras buenas intenciones.
Lo traigo a colación a propósito de la crisis política que atraviesa el país. Las desfachateces del Gobierno acabaron por unirnos a las piezas averiadas de este florero, que somos la clase media —para servirle a usted—, y salimos a manifestar. El descaro rebalsó y se hizo un llamado a la depuración.
Pero si realmente queremos una depuración a fondo, ¡vayamos y depuremos la que nos corresponde a cada uno!
Bromeo.
Pero pregúntese por qué Guatemala es tan corrupta si todos estamos de acuerdo en que la corrupción debe ser combatida. Pues no sé. Pero sospecho —no vaya nadie a afirmar que yo dije que así estaba en las Escrituras— que lo que pasa es que la corrupción sirve propósitos sociales útiles. Me explico.
Otro de los autores que se leen en la Marro es Tyler Cowen. A este, no en los cursos de Filosofía a cargo de los randianos, sino en los de Economía que imparten los académicos de la u. Es brillante el tipo.
Dice que las cosas en apariencia más irracionales de la sociedad casi nunca lo son en realidad. Por ejemplo, esas corporaciones que emplean horas y horas —y millones de dólares en salarios de altos ejecutivos— en estériles reuniones en las cuales se debaten soluciones y líneas de acción que de todos modos ya vienen fijadas desde arriba, lo que están haciendo en realidad es pagando los costos de socialización de la gobernanza corporativa.
Es decir, están dando un espacio a sus ejecutivos para que opinen, critiquen y sientan que fueron parte de una decisión corporativa y, en consecuencia, la implementen con convicción. Las reuniones también sirven para formar rituales y señalar jerarquías, entre otros propósitos útiles al éxito de un aparato burocrático. Por eso —señala Cowen—, aunque los ejecutivos las condenen constantemente, las reuniones cada año ocupan una tajada más grande de sus agendas.
Me parece que con la corrupción del Gobierno sucede algo similar.
Yo lo que me pregunto es esto: si los políticos no tuvieran un pedazote de pastel esperándolos al final del túnel, ¿qué otra cosa los motivaría a andar echándose guacalazos y a meter sus perfumadas manos en las aguas verdosas y espesas del lago de Amatitlán?
Díganme lo que quieran, pero yo sigo pensando que la política y los políticos son necesarios. Es bueno que haya señoras y señores —o colectivos y colectivas— que traten de darnos esperanza y de movernos como sociedad a algún lugar supuestamente mejor. Y es bueno también que cuando las cosas fallen podamos convertir parte de la derrota individual en reclamo colectivo —«¡aquellos mentirosos me engañaron!»— y así recuperar el ánimo.
Lo ideal sería que, para esta ardua tarea, a los políticos no los motivara el dinero sucio, sino la construcción de un legado, como ocurre en los países donde el ingreso bruto por habitante es superior a los 20 000 dólares anuales; que aspiraran no a retirarse y tratar de pasar por anónimos en una finca de lujo en Tecpán, sino a hacer fundaciones y cobrar dinero por dar conferencias en auditorios repletos, como hace Bill Clinton.
Pero para que eso ocurra Guatemala tendría que ofrecer condiciones mínimamente decorosas para gobernar. Tendría que ser posible estar en el gabinete y salir airoso de una forma que hoy ya no se puede. Porque, pese a las maravillas que algunos medios digitales afirman que podrían haberse hecho con el millardo robado, no hay que olvidar que a esas viñetas las conecta un «o», no un «y».
Y así no se puede. Porque si el problema no lo discutimos también desde esta otra arista, nos vamos a quedar con una solución parcial, simbólica, limitada, endogámica, de esas que Henry Hazlitt no habría aprobado.
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