Divide, confunde, siembra la duda y vencerás

Las imágenes que se difundieron este domingo 2 de septiembre podrían haber encajado en las típicas postales anticorrupción que ya era costumbre ver en los últimos tiempos en Guatemala. Sin embargo, la razón de la marcha era una muy diferente: con el lema «sí a la vida, no al aborto», los manifestantes se congregaron para rechazar el aborto y acuerpar el llamado de la Iglesia católica, pero con el impresionante apoyo de una multiplicidad de actores, incluyendo Iglesias y organizaciones nacionales e internacionales.

Aprovechando la discusión mediática que este tema generó y el rechazo que la marcha provocó en los partidarios del aborto, un grupo de diputados hábilmente reposicionó la discusión de la iniciativa 5,272, cuyo nombre parecía encajar en las demandas de los grupos provida: Ley para la protección de la vida y [de] la familia. Un análisis más cuidadoso, sin embargo, demuestra que va más allá de la protección de la vida y de la familia, ya que lo que pretende es implantar un totalitarismo moral inaceptable en pleno siglo XXI al establecer penas de hasta 12 años a quienes practiquen el aborto en sus diversas formas, incluyendo el espontáneo, pero también al prohibir la discusión en el ámbito educativo de lo que llaman «ideología de género» y de la diversidad sexual. Dentro del Congreso, la iniciativa avanzó de forma vertiginosa, ya que en pocas semanas logró la aprobación en segunda lectura.

En el análisis de la política, uno de los aspectos más importantes es visualizar la temporalidad. ¿Por qué era tan importante reposicionar este tema?

[frasepzp1]

La pregunta empieza a responderse cuando analizamos el número de temas polémicos que contiene la 5,272. Al tema del aborto se le agrega la discusión sobre los derechos de las mujeres —lo que la iniciativa llama arteramente «ideología de género»— y de los grupos de la diversidad sexual, de modo que se crea un coctel suficientemente complejo y explosivo que cumplió su cometido: los manifestantes del 2 de septiembre olvidaron por completo el nefasto anuncio que el presidente Morales había hecho justo unos días antes al anunciar el fin del mandato de la Cicig.

Dentro de la sociedad civil, los colectivos se dividieron entre aquellos que solicitaron prudencia al responder a la provocación y quienes abiertamente lanzaron consignas antirreligiosas, por lo cual, al día de hoy, el signo de división se dispersa por doquier. Y mientras eso ocurre, los defensores del sistema se regocijan porque lograron fácilmente lo que siempre han promovido: la división, la confusión y el enfrentamiento.

La capacidad de los defensores del sistema de provocar división es impresionante, pero aún más impresionante es visualizar cómo la sociedad civil olvida tan fácilmente cuál es la agenda estratégica que hay que acuerpar, qué pelea es la que hay que pelear y quién es el enemigo que hay que vencer, por lo que fácilmente la fuerza del cambio se diluye.