Esto es tan obvio que hasta parece patético mencionarlo. Es tan patético sin embargo, como patética es la política consciente e intencionada de negar una política de desarrollo rural integral, pese a la crisis de pobreza y hambre que impera en estos espacios. Al respecto del desarrollo rural, el Gobierno parece estar empantanado en el discurso.
Meses atrás me pareció meritorio el hecho que el Presidente acogió la “propuesta para el abordaje del desarrollo rural” presentada por las Universidades de San Carlos y Rafael Landívar. Y pese a que me parece una mala costumbre introducir distorsiones caprichosas a la estructura del Ejecutivo, me resultó entendible la creación de la figura del Comisionado de Desarrollo Rural, sobre todo, cuando se asume que es para asegurar un seguimiento directo a una iniciativa de tal envergadura y con pleno respaldo político. Estas decisiones permitieron, hasta hoy, perfeccionar el planteamiento en torno de la necesidad de priorizar la atención a los pequeños productores rurales y de dotarlos de un conjunto de condiciones -asistencia técnica, información, caminos rurales, riego de pequeña escala, semillas mejoradas, fertilizantes efectivos, obras de conservación de suelos, acceso a mercados financieros, entre otros- sin las cuales no es viable la producción para el autoconsumo y el mercado. La necesidad de afianzar en el largo plazo este enfoque y de patentizar seriedad cuando de los sectores más vulnerables se trata, justifican una ley específica y una institucionalidad ad hoc.
El Gobierno también ha lanzado unas directrices para promover y regular las inversiones privadas en territorios rurales. Sobre ambas puertas -como ellos le llaman- para promover el desarrollo rural se han producido una buena cantidad de documentos y buena cantidad de conversatorios se han conducido al amparo de estos. Sin embargo, nada ha pasado en el campo. Es por ello que los movimientos sociales se muestran incrédulos.
Por su lado, los actores empresariales aglutinados en el CACIF y otras sucursales -que resultan siendo una minoría poblacional-, fieles a sus creencias doctrinarias, pretenden como siempre, imponer cómodamente sus intereses, que en el fondo solo tienen el propósito de mantener hundidos a los sectores menos favorecidos del país y evitar que desarrollen progresivamente su capacidad de defensa, de convocatoria, de propuesta, de producir y de ejercer una ciudadanía plena que les garantice seguridad en su sentido polifacético.
Al reconocer la tentativa del Presidente de apoyar esta línea de intenciones en materia de desarrollo rural, cuestión que debería motivar el apoyo amplio de la sociedad y los movimientos sociales, también es necesario indicar que lo recorrido no tiene ningún valor práctico si no se concreta en toda su dimensión.
En este sentido es válido y pertinente interrogar al Presidente sobre los siguientes aspectos: ¿Ejercerá autonomía su Gobierno frente al CACIF, en esta necesaria línea de desarrollo para el medio rural? ¿Persuadirá a los diputados de su partido acerca de la importancia de la Ley de Desarrollo Rural Integral y la creación del Ministerio respectivo? Y mientras eso ocurre; ¿Cuándo va a demandar a los Ministerios y Secretarías vigentes que mejoren el mediocre desempeño que exhiben actualmente en materia de desarrollo rural? ¿Cuándo les va a exigir a las instituciones que integran su gabinete que institucionalicen y hagan operativas las políticas y los criterios que su Gobierno promulgó para el impulso de las inversiones privadas en territorios rurales? ¿Cuándo le va a exigir a su patético Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales que juegue el rol que le corresponde y vele por el contrapeso necesario frente a los sectores generadores de impacto ambiental? ¿Asegurará una dotación presupuestaria acorde a las dimensiones de las necesidades en desarrollo rural para el próximo año, sobre todo, al percatarnos que el presente año, prácticamente se ha perdido? ¿Cuando van a pasar a la acción y van a abandonar esa vocación de los políticos chapines, que los induce a cantar canciones de cuna a la población mayoritaria que los eligió? Presidente, está frente a la única iniciativa que tiene el potencial de convertirse en su legado gubernamental. No la desperdicie.
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