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Desaparecidos

Palabras clave

En la casa de Marco una llamada de teléfono alivia la ansiedad de sus habitantes. “Estoy bien. Llegué”, dice el hijo mayor que decidió emigrar para llegar a Estados Unidos. Mientras que ahí se instala el alivio, en una aldea de Quiché, doña Joaquina no aguanta con tanta angustia. Su esposo no la ha llamado desde que partió con destino a Estados Unidos. Se comunicaba con ella para contarle a qué ciudad mexicana iba llegando. La última vez que doña Joaquina escuchó a su esposo, hace dos años, él estaba cerca de las fronteras mexicana y estadounidense. Después de un tiempo, ella recibió una llamada que la sacudió, la sacó y la regresó a este mundo. No le hablaron, sólo alcanzó a escuchar que alguien se lamentaba. Ella sospecha que su esposo está secuestrado.

El sistema da menos oportunidades a los que menos tienen, por lo tanto le arrastra a más necesidades. Para aliviar esas carencias miles de hombres y mujeres se sienten obligados a irse para buscar en otro lado lo que no hay en el lugar de origen. Pagar un “coyote” representa tener 4 mil dólares (incluso más), algo imposible para quien decide emigrar por no tener trabajo, ni dinero. Los migrantes “pobres” están obligados a hacer el viaje por su propia cuenta.

El desconocimiento de la ruta los expone a los peligros de la frontera sur, una zona de alta criminalidad, donde se registra la mayor cantidad de tráfico de drogas, contrabando y trata de personas.

Se estima que casi medio millón de migrantes centroamericanos cruzan México cada año. Uno de cada cinco logra llegar a su destino según el promedio. Miles de migrantes son deportados, y otros miles han muerto o desaparecido durante el trayecto. Según informes de prensa y organizaciones de derechos humanos de México, los migrantes son vícitmas de extorsión y secuestro por parte del crimen organizado. Además de trabajo esclavo y venta de órganos.

Cada migrante es una historia diferente. Marco encontró un trabajo en un taller de pintura y ganó sus primeros dólares en los Estados Unidos, mientras en el Sur, en México, Doña Joaquina busca a su esposo junto a una caravana conformada con otras personas que buscan a sus familiares desaparecidos: hijos, esposos, madres, padres...

En la caravana van las fotos de los desaparecidos, y bajo ellas la fecha de la última vez que se supo de ellos, además del nombre de la ciudad, en la que se presume, desaparecieron.

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