Con la contrainsurgencia más feroz del continente y decenas de miles de civiles desaparecidos, asesinados y sacados del país, pero los derrotó. La guerrilla, derrotada y humillada, se sentó a negociar los Acuerdos de Paz con sus verdugos y como país produjimos un tratado de paz decente, que puso fin al conflicto armado y diseñó el Estado y sociedad con los que todos soñamos.
Stricto sensu, el Ejército fue derrotado por la historia. A pesar de que lo negaron sistemáticamente y construye...
Con la contrainsurgencia más feroz del continente y decenas de miles de civiles desaparecidos, asesinados y sacados del país, pero los derrotó. La guerrilla, derrotada y humillada, se sentó a negociar los Acuerdos de Paz con sus verdugos y como país produjimos un tratado de paz decente, que puso fin al conflicto armado y diseñó el Estado y sociedad con los que todos soñamos.
Stricto sensu, el Ejército fue derrotado por la historia. A pesar de que lo negaron sistemáticamente y construyeron una versión de la historia que hace aguas por doquier, en realidad convirtieron en comunista “asesinable” a cualquier crítico, muchísimos indígenas indignados y cualquiera que tuviera cara de estar en desacuerdo con el régimen. Y fue de esta forma como ganaron la guerra.
Y así como la guerrilla aceptó que había perdido la guerra militar, y así como todos aceptamos la democracia conservadora que los militares diseñaron, los exmilitares deben reconocer que perdieron la guerra con la historia y les toca sentarse a defenderse frente a tribunales. En juicios públicos, con garantías, con un derecho a defensa y los abogados más efectivos. En juicios públicos como los que quizás hubieran querido todos los desaparecidos durante los regímenes militares.
Como ha sucedido con muchísimas democracias en América Latina, las luchas de la sociedad civil (de una década), instituciones, la valentía de fiscales y jueces y parte de la opinión pública finalmente han empezado a poner a la historia en su lugar: En Guatemala, en especial entre 1978 y 1985, hubo una represión endemoniada del Estado y sus fuerzas de seguridad, injustificable bajo ningún punto de vista, que no solo violó los derechos y la dignidad de seres humanos, sino que fueron actos delictivos contra ciudadanos.
La Fiscal General, Claudia Paz y Paz, y su equipo hacen bien en procurar justicia contra los exmilitares. Y casos como el de Méndez-Ruiz hijo también pueden hacerle bien al sistema. Es una víctima civil y tiene derecho a justicia. Y tienen derecho a manifestar Eso es la democracia en el siglo XXI. Pero que realmente procure justicia en vez de dinamitar los esfuerzos de justicia en contra de los militares.
Por cierto, hay un factor clave a partir del 14 a las 14. El presidente electo Otto Pérez tiene la responsabilidad de apaciguar los ánimos de los envalentonados exmilitares de extrema derecha y no dar marcha atrás con los esfuerzos de la sociedad y del Estado de procurar justicia, para todos. De momento, el actuar de su bancada y algunos de sus principales diputados que procuran impunidad contra exmilitares puede echar por la borda el resto de su gobierno. Parece ser lo suficientemente estratega para no considerar este asunto como algo baladí.
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