Según Huntington, la tercer ola de democratización comienza en 1974, después de la caída del la dictadura de 15 años en Portugal. A este suceso le siguen otros 30 países en Europa y después el fenómeno se traslada a Asia y Latinoamérica. (Huntigton, P Samuel, The Waves of Democratization).
A finales de los años 80 podemos observar en Centroamérica una transición de Estados autoritarios a Estados democráticos. Es durante este período que también se consolida la integración Centroamericana con el Acuerdo Esquipulas, en 1986. Finalmente, podemos observar que después de años de conflictos internos e inestabilidad llegan la paz y la democracia a la región.
Como mencioné anteriormente, la mayoría de países centroamericanos gozaron de un proceso de democratización durante los años 80. El reto ahora es analizar la estabilidad y legitimidad de estos regímenes democráticos, y a su vez el futuro de su supervivencia. En la actualidad, en Centroamérica por su contexto histórico y coyuntural, la mejor expresión de la democracia se encuentra en las elecciones. El proceso electoral goza de un grado más alto de legitimidad y es considerado el que arranca el proceso de democratización. Por lo tanto, en la mayor parte de la región las elecciones cuentan con altos niveles de confianza y, según encuestas, la población también confía en las instituciones electorales y aceptan los resultados de estas.
Por ejemplo, en la mayoría de los países la población apoya la democracia sobre otros regímenes. Según un estudio realizado por Asies, en la mayoría de los países de la región el 50% o más de la población apoyan la democracia, con las excepciones de Guatemala y Honduras. ( Costa Rica: 67%,Nicaragua; 58%, Panamá : 56%, El Salvador: 50%, Honduras: 44% y Guatemala: 34%) Gracias al alto grado de legitimidad que tienen las elecciones y otros factores, Centroamérica ha gozado desde 1990 elecciones democráticas sin interrupción, con la excepción de Honduras.
Sin embargo el proceso de democratización se ha estancado en nuestra región, ya que las democracias se han limitado a ser democracias electorales. En mi opinión, un sistema completamente democrático debe contar con otros factores y no solo limitarse a las elecciones. Por ejemplo, en la región vemos un grado bajo de participación cívica y política. También se evidencia que las instituciones del estado Están plagadas por el clientelismo y la corrupción. Otro retroceso al proceso de democratización en América Central es que en su mayoría estos procesos no satisfacen las necesidades ni las demandas de los habitantes. Otro factor determinante es el estado de los partidos políticos en la región.
En Centroamérica los partidos políticos se han visto en un estado de crisis por sus debilidades institucionales y su poca representatividad. Estas debilidades dificultan su estabilidad y su habilidad de gobernar. La población centroamericana califica pobremente el desempeño de los partidos. Esto se debe a que la población percibe que no existe la representación de sectores importantes. como de la mujer, los jóvenes, los indígenas y grupos étnicos. Según un estudio realizado por el Latinobarómetro, la mayoría de los países —con excepción de El Salvador— califican negativamente el desempeño de los partidos. En Panamá solo el 18% de la población califican positivamente a los partidos políticos, en Honduras obtuvieron el 21%, en Guatemala el 22%, Costa Rica el 31% y en Nicaragua el 38%. Solo en El Salvador el 57% de la población le dio una calificación positiva al desempeño de los partidos políticos. Por consiguiente las organizaciones políticas deben fortalecer su liderazgo, estructura institucional, formas de financiamiento, transparencia y su capacidad de representar a todos los sectores de la población.
El caso mas claro de la región en donde pudimos evidenciar la debilidad del sistema democrático ocurrió el 28 de Junio del 2009, en donde Honduras sufrió un golpe de Estado en el cual se removió al presidente Manuel Zelaya y se colocó un Gobierno de Facto liderado por el presidente del Congreso, Roberto Micheletti. Las consecuencias de esta situación se visibilizan en el momento en el cual el orden constitucional es quebrantado y cuando se pierde el Estado de derecho en dicho país. En su mayoría, los países de la región al principio de la crisis toman una posición de asilamiento. Sin embargo, durante el desarrollo del proceso los países centroamericanos cambian su postura y deciden trabajar con las dos fuerzas del conflicto. Los países de la región deciden establecer diálogos con ambas partes para poder llegar un acuerdo y resolver la crisis.
En cualquier crisis o situación que experimentemos en la región, el aislamiento no debe ser considerado una solución viable, ya que esto causa daños permanentes al fortalecimiento de la integración centroamericana. Como región debemos actuar como bloque de una manera proactiva para fortalecer nuestra posición política en el ámbito internacional. Por consiguiente, debemos encontrar métodos para resolver la partida de Panamá del Parlamento Centroamericano, las disputas entre Costa Rica y Nicaragua y también se debe presentar una postura más firme ante la posición ambigua que presenta Costa Rica en el proceso de integración.
En la región podemos observar que nuestros sistemas democráticos están todavía en una etapa de construcción y fortalecimiento. Por lo que le debemos de apostar por mejores prácticas dentro de las instituciones democráticas, especialmente al fortalecimiento de los partidos políticos. Con la excepción de Costa Rica, la mayoría de democracias en Centroamérica son jóvenes y por lo mismo son vulnerables a las fuerzas internas y externas que pretenden debilitarlas. Es importante que los avances que se han producido para fortalecer dicho sistema, como las reformas electorales, sean continuos y que los países combatan las tendencias autoritarias y caudillistas que se han permeado en algunos sectores de la sociedad centroamericana.
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