El estudio se ha enfocado en tres grupos principales de trabajadores: asalariados, por cuenta propia, y agrícolas. Sobre una muestra de 1,200 entrevistas al nivel nacional y ocho grupos focales, se han obtenido importantes datos que complementan la información presentada por el PNUD en su último Informe de Desarrollo Humano, que da cuenta que la mayoría de los jóvenes pasa a engrosar las filas de la economía informal. En el contexto de las estadísticas oficiales presentadas por la ENEI 2011, debe advertirse que una realidad preocupante se perfila con relación al modelo económico, que no genera suficientes oportunidades de trabajo digno en el sector formal de la economía.
Nada nuevo, podría ser la primera reacción del lector.
Sin embargo, revisando el estudio, nos enfrentamos a una realidad en la cual el mercado de trabajo en Guatemala se caracteriza por las bajas remuneraciones, el incumplimiento de las garantías laborales básicas, la falta de cobertura de la seguridad social y una estabilidad menor de cinco años en los puestos de trabajo. Esta situación empeora dramáticamente si se considera una baja escolaridad promedio: 8.5 años entre asalariados, 6.2 entre trabajadores por cuenta propia, y 4.5 entre trabajadores agrícolas.
Algunos de los hallazgos de este estudio dan cuenta que al menos un 57% de los asalariados del país no percibe el salario mínimo vital, un 56% no cuenta con cobertura de la seguridad social, y solo algo más de mitad, recibe aguinaldo y bono 14.
En el caso de los trabajadores por cuenta propia, El 51% percibe menos de mil quetzales al mes, en actividades que se relacionan directamente con el sector comercio, en el cual predominan las mujeres. En la casi totalidad de los casos, la informalidad se convierte en el refugio ante la falta de fuentes de trabajo formal. La cobertura de seguridad social es inexistente en el sector, y es una necesidad sentida para un 89%, que desearía contar con cobertura de salud y pensiones, y está dispuesto a pagar una cantidad por estos servicios.
En el caso de los trabajadores agrícolas, en su inmensa mayoría, un 95%, recibe menos de dos mil quetzales al mes, siendo su situación la peor en comparación con los otros dos sectores objeto del estudio – 66% de los asalariados y 85% de los por cuenta propia.
Las cifras deben llevar a la elaboración de soluciones, léase políticas públicas, que empezando ahora, permitan en un largo plazo realizar esfuerzos serios para la erradicación de las inequidades y la pobreza, al mismo tiempo que se sientan bases para la competitividad real. Entre estas medidas, algunas de las recomendaciones realizadas por este estudio destacan que podría considerarse el monotributo como la opción más coherente para conseguir las ampliaciones de cobertura de la seguridad social y la base tributaria. Las municipalidades podrían jugar un rol de facilitador en el desarrollo de competencias profesionales, mientras se ordena y racionaliza el uso del espacio público vs el derecho al trabajo, facilitando a madres cabezas de hogar guarderías para poder dejar a sus hijos.
Sin duda, hay una larga agenda pendiente de tareas por realizar. Como lo señaló Lisardo Bolaños en su columna del día de ayer, hay que resumir, que lo que los guatemaltecos-as quieren, es trabajo con una remuneración adecuada, protección de seguridad social, cumplimiento de prestaciones laborales… Trabajo decente a fin de cuentas.
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