Me río un poco de mí misma con esta frase, pero aunque parezca trillada, empalagosa para algunos o naif para otros; recoge algo cierto y poderoso: tenemos la posibilidad de contribuir a la edificación de todo aquello que queremos y en lo que creemos.
Pausa, un paréntesis: llevo más de un año de silencio en Plaza Pública, pero hoy estoy de vuelta. Aunque he querido escribir, desde que soy madre de dos (mis chatíos de 2 y 7 años), la distribución de mis tiempos se ha complicado por el nu...
Me río un poco de mí misma con esta frase, pero aunque parezca trillada, empalagosa para algunos o naif para otros; recoge algo cierto y poderoso: tenemos la posibilidad de contribuir a la edificación de todo aquello que queremos y en lo que creemos.
Pausa, un paréntesis: llevo más de un año de silencio en Plaza Pública, pero hoy estoy de vuelta. Aunque he querido escribir, desde que soy madre de dos (mis chatíos de 2 y 7 años), la distribución de mis tiempos se ha complicado por el nuevo equilibrio entre el trabajo no remunerado y el remunerado. No es casualidad que haya escrito “trabajo no remunerado” antes del remunerado, aunque no suelto el segundo, el primero me absorbe más. Pero ha sido mi elección, y va de la mano con la necesidad de hacer cambios en la línea de lo que mi conciencia me pide, pues –en concordancia con lo que escribo en los próximos párrafos– mucho de lo que anhelamos a nivel de humanidad se potencia o atrofia en los primeros años de vida.
Menos cercana durante este tiempo a la institucionalidad que apela por el fortalecimiento del Estado y de los grandes cambios a nivel social, he tenido la intención de acercarme a esas otras instancias que también buscan realizar diferencias en las condiciones de vida de la población pero a nivel micro, a nivel local. Al moverse de los meta sueños –esos grandotes, utópicos pero que marcan la gran ruta– a aquellos más personalizados, se topa uno con que el deseo es el mismo. Mejor aún: se da uno cuenta que hay gente realizando cambios reales en la vida de personas. Hace unos días conocí una iniciativa que me entusiasma y a la que me he acercado: la campaña para la construcción de Letrinas en Santa Bárbara Huehuetenango, organizada por la organización no gubernamental Pestalozzi.
Santa Bárbara es un buen ejemplo de la realidad en muchas comunidades del interior de nuestro país. El municipio contaba para el año 2011 con 82% de pobreza rural y los más altos valores de necesidades básicas insatisfechas del departamento: 69.1% de las viviendas presentaban hacinamiento, 86% de éstas estaban construidas con material inadecuado, 54.3% de las casas no tenía una fuente de abastecimiento de agua apropiada y 61.4% no disponían de un correcto sistema de eliminación de excretas. La atención a esta última carencia –falta de acceso a un servicios sanitario adecuado– fue identificada por la población como prioritaria.
En efecto, el saneamiento es esencial para el desarrollo: un entorno saludable reduce la probabilidad de adquirir enfermedades que causan o agravan la malnutrición y el retardo en el crecimiento físico e intelectual de la niñez. Y ahora existe la posibilidad de que esta población se beneficie del acceso a letrinas por medio de nuestro apoyo. Para ello, la organización no gubernamental Pestalozzi ha organizado una serie de actividades orientadas a recaudar fondos. La próxima, a realizarse este viernes 15 de noviembre, es el Festival Payudar que reúne a músicos independientes (Claudia Armas, Ishto Juevez, Primocaster, Remolacha Beets y Aerofustán) apuntados a esta causa. Qué mejor que la música para sensibilizar e invitar a la acción social.
No está de más recordar que son muchas más las comunidades que, dispersas por nuestra Guatemala, carecen de condiciones dignas; lo que restringe brutalmente las oportunidades de desarrollo. Apuntarnos a este tipo de esfuerzos es tan valioso como reconocer que es por la vía pública que se logrará brindar la plataforma básica para el desarrollo de todas y todos los guatemaltecos. Si bien las fuerzas de cambio deben darse en ambos niveles y sentidos –en y desde lo micro, como en y desde lo macro–, no habrá gran transformación sino hasta que el Estado –garante de los derechos económicos, sociales y culturales– tenga las herramientas, condiciones y capacidades para ello.
Fuente estadística: Censos municipales 2008-2009 y Mapas de Pobreza Rural 2011 del Instituto Nacional de Estadística.
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