En referencia a este Diálogo, vale recordar que, luego de la ´comida común´ y del espacio reservado para la ´bebida en común´ vendrían varias intervenciones, pero la intervención de Diótima es la que nos interesa. De acuerdo a Diótima, Eros es hijo de Poros (dios de la inventiva) y de Penia ( la indigencia), concebido en el día de celebración por el natalicio de Afrodita. Por ello, es natural explica Diótica que Eros siempre persiga aquello que es bello. Por esto, Platón dice lo siguiente sobre la belleza: …´Belleza que existe eternamente, y ni nace ni muere, ni mengua ni crece; belleza que no es bella por un aspecto y fea por otro, ni ahora bella y después no, ni tampoco bella aquí y fea en otro lugar, ni bella para éstos, y fea para aquellos. Ni podrá tampoco representarse esta belleza como se representa, por ejemplo, un rostro o unas manos, u otra cosa alguna perteneciente al cuerpo, ni como un discurso o como una ciencia, sino que existe eternamente por sí misma y consigo misma. Dijo la sacerdotisa, que éste es el momento de la vida, que más que otro alguno debe vivir el hombre: la contemplación de la belleza en sí…´
Pero como todo en el mundo griego (el cual no es homogéneo), es de suponer que existen movimientos cíclicos degenerativos sobre todos los conceptos. En cuanto a lo último, vale la pena rápidamente recordar la evolución experimentada por el mismo Eros. Eros es conceptualizado desde el siglo VIII A.C como hijo de Afrodita y Ares; posteriormente es descrito cómo hijo de Poros concebido durante borrachera de su padre durante la fiesta de natalicio de Afrodita; se explicaba que también había nacido del Caso y que era el más bello de todos los inmortales posibles. Su rol fundamental era ´infundir pasión en todos los hombres´ y tal era la fuerza de dicha pasión que para librarse de ella había que realizar esfuerzos loables.
Esto queda muy claro en la obra de Caritón de Afrodisias (quizá el novelista más antiguo) titulada Calírroe. Un romance prohibido como muchos, uno de esos que no pude ser y leemos que, para distraer al rey de la ciudad ( un acaudalado fulano con un nombre profundamente original en el mundo griego, Dionisio, y que resulta está locamente enamorado de una guapa mujer de nombre Calírroe), el eunuco real de nombre Artaxates ( éste nombre si es original…) intenta distraer la atención de Dionisio sobre Calírroe, convocando al ejercicio preferido del mismo: La cacería.
La estructura de argumentos no es solamente una cuestión que ´retrata´ los hábitos de la época
(si bien es cierto que Caritón retrata muy bien su propio contexto). El texto de Caritón refiere a la clásica pareja de amantes en un contexto de viajes por escenarios célebres del mundo antiguo (Siracusa, Mileto, Jonia, Persia, Babilonia) y además, una trama liberada del trasfondo mítico. Pero lo interesante del caso es que Caritón muestra lo que el mundo griego creía con ojos cerrados: Eros influía sobre los hombres, había que resistirle (de hecho Dionisio se resiste a provocar eróticamente a Calírroe) y luego debe el mismo distraerle con actividades de profunda actividad física. En el mundo griego, la pasión (del amor por la belleza y por el cuerpo) representada en la figura de Eros, se consideró elemento primordial anterior a la creación del mundo y que incluso provocó su creación, dando vida a los seres a través de su fuerza de atracción.[1]
El paso de los conceptos griegos hacia Roma no necesariamente representa esa transición literal que por lo general se argumenta.[2] De hecho, en términos de moralidad, quizá la obra de expansión cultural más importante sobre el universo romano con interés de helenizarse en materia de moral sexual haya sido la historia escrita por Achiles Tatius titulado Leucippe y Clitophon. La obra es bastante tardía (segunda mitad del segundo siglo d.C.) pero hay en ella un elemento de cambio estructural frente al rol que juega Eros. Y es que, aunque puedan mencionarse los paralelismos entre Quéreas-Calírroe y Leuccipe y Clitophon,[3] lo cierto es que hay un cambio de fondo en la narrativa. Ahora Eros no tiene un rol de influenciar marginalmente (y ser resistido, recuérdese que Eros es quien ama pero Anteros es quien ´es amado´ o recibe el intento del amor). Ahora, en esta obra del segundo siglo cristiano, Eros mueve toda la escena, influye a los personajes importantes y a los personajes marginales cómo Callistenes, Charmides, Chaereas, Melite y Thersander. Eros tiene influencia completa.
De allí podría desprenderse la errónea conceptualización que supone una amplísima y libertina moral sexuada en el mundo romano. Es necesario de-mitologizar dicha idea. ¿Por qué?
Porque la sexualidad en Roma (tema de la esta serie de artículos) es un problema de reflexión muy complejo que ha tendido a ser banalizado en un tratamiento muy estadounidense que intenta explicar al lector que existe un aparente y gigante abismo entre ´nuestra visión moderna´ y el mundo antiguo (lo cual es comprensible por esa capa de puritanismo en las que muchos estadounidenses crecen y encuentra en su medio social).
En la siguiente entrega haremos referencia a un interesante texto, From Shame to Sin: The Christian Transformation of Sexual Morality in Late Antiquity, autoría de Kyle Harper.
Buena parte del texto de Harper refiere a la tensión existente entre la moral sexual pagana y los primeros cristianos y de ello, (sin pasar por los recurrentes clichés foucaultianos) haremos mucho énfasis en esta serie de artículos. Por ahora, basta presentar el siguiente argumento de carácter filosófico-histórico. Quizá, la mayor tensión conceptual entre Roma y Grecia haya sido el que los griegos entendieran que no todas las formas de dominación son del ámbito de interés de reflexión política: La autoridad del esposo sobre su mujer en la alcoba, el domino del mujer sobre la bolsa de riqueza y la autoridad del amo sobre el esclavo no eran formas de autoridad que debiesen interesar al ´Estadista´, (son formas de dominación pero no formas de dominación política). Esto no pretende –en ningún momento- articular una lógica público-privado, sino mostrar el no interés del mundo griego en los actos no vinculados a lo político, aunque dichos actos estuviesen si normados pero no así ligados al problema de la ´correspondencia ciudadana´.
En la visión griega y puntualmente en la vertiente platónica, ´el cuerpo no es cuestión plenamente política´ aunque si preocupación de materia filosófica. Lo que sucede en ´la alcoba´ es ajeno al espacio de la Asamblea. En Roma, la inclusión de todo ámbito (incluso la de la alcoba) hacia lo político será más fuerte y muchísimo mayor dando lugar a una teorización muy clara sobre la moral sexual del ´buen ciudadano´. [4]
[1] En términos generales se entendía a Eros cómo un dios portentoso, que afectaba a los hombres y estos podían o no sucumbir ante su efecto. Este mismo elemento es representado en el Simposio cuando los discípulos y su maestro hacen la pregunta muy al estilo ´Hang-Over´: ¿Qué pasó ayer? ( Por no decir ¿ Quien fue? ). Con el tiempo y ya en Roma, eros pierde su potencial y, bajo el nombre de Cupido, se convierte en un vulgar acompañante de Venus (Afrodita).
[2] Georges Dumézil ha hecho quizá la mejor contribución para rescatar el no pequeño residuo etrusco del mundo romano. El paso de Roma hacia lo griego no es una cuestión de ´piloto automático´. Dumézil será quien marcará el énfasis hacia la referencia de los ´Libros Sibilinos´ como fundamento del orden moral y político de Roma. Importante detalle también será referir a que la primera tríada urbana es etrusca, Tinia, Uni y Menrva posteriormente integrada (asimilada) en la tríada arcaica romana Júpiter, Marte y Jano , luego resucitada en la tríada clásica romana capitolina Júpiter, Juno y Minerva y por último, integrada en el moderno Occidente cristiano cual proyecto cultural en la idea de un dios trino ( dios Padre, dios Hijo y dios Espíritu Santo). Debemos a Dumézil el hecho de entender que los etruscos moldearon Roma tanto cómo se dice de los griegos.
[4] El ya trillado cliché originado en el famoso ensayo de Carol Hanisch, The personal is political´ no es quizá una cuestión de genealogía griega sino una herencia propia del absolutismo político romano. Es decir, ¿Cuándo las cuestiones del ´cuerpo´ interesan a lo propiamente político? Si aceptamos la distinción conceptual en cuanto a que en el mundo griego no todo lo del hombre es necesariamente relativo a la polis, la reflexión sobre la actividad sexual podrá estar presente y ser normada (cómo lo entiende Michel Foucault ) pero no hay implicaciones hacia el rol ciudadano cómo si lo hubo en Roma.
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