La contienda se asemeja a esos partidos de fútbol de las ligas europeas, en las que de repente todo mundo toma bandos por pasión, por seguir a la manada o por interés y conocimiento genuinos. Así como unos se autoproclaman del Barca o del Madrid, en esta contienda los que más se identifican con tendencias progresistas, contra-corriente o de izquierda, tienden a autoproclamarse Demócratas. Y aquellos que son más conservadores, libertarios o tienen nostalgia reaganiana, Republicanos.
Faltan menos de dos meses para las elecciones más importantes que marcarán el rumbo de los Estados Unidos en la próxima década. Y mientras análisis van y análisis vienen sobre el desenlace de las recientes convenciones Republicana y Demócrata, auscultando qué candidato presentó una mejor opción y programa, así como qué tipo de liderazgo y visión presentaron no solo a la ciudadanía estadounidense, sino al resto del mundo, desempolvo para hoy este artículo que escribí para los colegas de CABI en el 2008, el día en que el actual presidente ganara la presidencia. Son simples curiosidades electorales.
¿Por qué se vota el martes? A diferencia de la mayoría de sistemas electorales, los estadounidenses tradicionalmente votan el primer martes del mes de noviembre, en lugar de hacerlo durante el fin de semana o día de descanso como lo es en gran parte del mundo. Esta disposición adoptada a finales del siglo XIX, coincidía con la economía agraria de este país. Los agricultores necesitaban entonces recorrer largas distancias hacia el centro de su respectivo condado para emitir su voto -¿suena familiar?-. Ocupaban un día para viajar, otro para votar y otro para regresar a su localidad, sin tener que interrumpir su día para ir a misa. En 1875, el Congreso decidió que se haría el día martes (miércoles era día de mercado) y a pesar de que ya no es una sociedad agraria, la tradición continúa, lo cual no deja de preocupar a algunos sectores de la población que lo ven como un obstáculo para acercarse a las urnas por ser día de trabajo. Los ciudadanos regularmente votan antes de las ocho de la mañana y después de las cinco de la tarde.
Enmiendas constitucionales. Usualmente durante las elecciones, además de votar por presidente y representantes estatales –o por gobernadores-, también se someten a consideración de la población otras preguntas para enmendar constituciones estatales o incrementar impuestos en distritos escolares. Las enmiendas son a veces controversiales y vuelven el proceso más complejo. Así, en Minnesota, los ciudadanos tendrán que pronunciarse a favor o en contra de dos enmiendas: una que prohibiría el derecho a casarse entre personas del mismo género; y otra para exigir un documento de identificación a los votantes. Ambas enmiendas fueron propuestas por las mayorías legislativas republicanas. De tal forma que, si bien el sistema de colegios electorales para la elección de presidente pareciera ser una vieja tradición elitista, que algunos juzgan poco democrática, hay otros arreglos locales participativos que permiten que la población decida directamente sobre asuntos de interés general, aunque el resultado corra el riesgo de ser antidemocrático.
Efectivamente, mientras que en las elecciones del 2008 se preveía una participación ciudadana masiva, hoy se teme que en algunos estados, donde los gobiernos estatales de tinte Republicano han impulsado y ganado reformas constitucionales, requiriendo que los votantes presenten una tarjeta de identidad, disminuya la afluencia observada hace cuatro años. Estudios prueban que este requisito adicional es una carga para los electores y los ahuyenta de las urnas, sobre todo en el caso de los más vulnerables, al no contar con domicilio fijo o con suficiente información o recursos para procurarse documentos para probar la identidad (ancianos, estudiantes, grupos étnicos “minoritarios”, gente de escasos recursos). Curiosamente, estos son los segmentos poblacionales que más tienden a votar por el Partido Demócrata.
Si el mundo pudiera votar en las elecciones estadounidenses. Hace cuatro años, un mapa electoral del mundo, elaborado por The Economist, daba una clara victoria al entonces senador Barack Obama. De elaborarse el mismo mapa hoy, ¿de qué color aparecería Guatemala, rojo o azul? ¿Cómo votaría el resto del mundo, Barack o Romney?
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