Se me vino inmediatamente a la mente cuando presencié ese despertar de la sociedad guatemalteca para demandar el fin de la corrupción y la impunidad.
Su demanda no fue solo para rescatar la propia dignidad, sino también, y de manera particular, para defender los derechos de los compatriotas que más sufren por la pobreza, el hambre, la violencia y la falta de oportunidades.
Sin embargo, después de que la sociedad despertó, vemos que el dinosaurio que representa la corrupción, que nos impacta severamente con pobreza, violencia, impunidad y desnutrición, entre otras monstruosidades, sigue entre nosotros.
Este monstruo se manifiesta también en un anteproyecto de presupuesto nacional para 2016 que reduce la inversión social, en una canícula prolongada en el Corredor Seco que ya afecta a más de medio millón de guatemaltecos, en un incremento de los embarazos en niñas y en un sistema de salud colapsado, sin vacunas, que hace peligrar la vida y la salud de la población infantil, por mencionar solo algunos problemas.
Un aspecto clave de las movilizaciones sociales en Guatemala, además de ser pacíficas, es la alianza espontánea alcanzada entre una gran diversidad de sectores y generaciones, liderada por los jóvenes, en la cual se encontraron los guatemaltecos con un objetivo de bien común.
Como dice el dicho, «la unión hace la fuerza». Y creo que la fuerza de las sociedades que buscan justicia y un futuro mejor para todos está en su unión. Por ello, cuando el mundo definió los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), incluyó uno que ayudara a impulsar todos los demás, el 17, que se refiere a las alianzas para el logro de los objetivos.
Aunque el ODS 17 se vincula a todos los objetivos, para Guatemala tiene una relación particular con la construcción de instituciones fuertes (ODS 16), ya que el desarrollo sostenible no se puede alcanzar sin una buena gobernabilidad y sin sociedades inclusivas basadas en el respeto de los derechos humanos. Una institucionalidad fuerte limitará el apetito de monstruos como el de la corrupción y otros.
El ODS 17 se interpreta generalmente como un llamado a fortalecer las alianzas mundiales para el desarrollo sostenible, expresado principalmente en asistencia oficial para el desarrollo, cooperación Norte-Sur o Sur-Sur, acceso a tecnologías e innovaciones y comercio justo, entre otras acciones, pero también se refiere a las alianzas nacionales.
Cuando uno revisa qué factores han sido determinantes en Guatemala para avanzar en los anteriores Objetivos de Desarrollo del Milenio, se aprecia con claridad que las alianzas han jugado un papel fundamental, por ejemplo en la fortificación del azúcar con vitamina A, que ha ayudado a mejorar la nutrición y la salud infantil.
Cuando han existido alianzas entre los sectores público y privado, la academia, la comunidad internacional, los medios de comunicación, la sociedad civil y la misma comunidad, con un objetivo común y una visión a largo plazo, la sociedad ha avanzado.
Sin embargo, pese a los progresos, millones de guatemaltecos siguen quedándose atrás, rezagados y excluidos del desarrollo social. Por ello, las alianzas para cumplir con los ODS suponen una oportunidad fundamental que ayudará al país a extender el progreso para todos, pero solo si la sociedad se une y convierte estos objetivos en una prioridad estratégica y política.
Desde mi perspectiva, una verdadera alianza social conducirá a una apropiación de las instituciones por parte de la ciudadanía. Esta alianza fortalecerá las instituciones públicas y contribuirá a mejorar su efectividad y transparencia al servicio de las personas.
Volviendo al cuento de Monterroso, personalmente deseo que el despertar de la sociedad guatemalteca sea al revés: un cuento largo, una alianza cívica que contribuya al desarrollo social sostenible, equitativo, con justicia y paz.
Tan importante como despertar y abrir los ojos es mantenerlos abiertos y actuar unidos, en una alianza por la dignidad y el progreso humano.
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