La expresión recuerda el momento cuando Cayo Julio decide retornar a Roma con sus veteranas legiones y enfrentar a Pompeyo ¨El Grande¨. El Rubicón, como punto de cartografía era una frontera que delimitada el hasta dónde podía un general romano acercarse a territorio de Roma portando armas. Lo que Cayo Julio lleva a cabo (cruzar esa frontera) era algo inaudito: Roma sería invadida por legiones romanas.
La razón de mencionar la expresión y su origen (cruzar el Rubicón) viene a mi cabeza luego de aparecer en los medios la declaración pública del Presidente de Guatemala, el general retirado Otto Pérez Molina en cuanto a favorecer la despenalización de la droga. La noticia tuvo varias formas de presentarse en los medios guatemaltecos. El día sábado se hacía mención a la propuesta de despenalizar el trasiego únicamente, sin embargo el día domingo el paquete se completaba en la redacción de la noticia: La idea es despenalizar el trasiego, producción y consumo.
Discutir las implicaciones de esta posible medida de política pública (con aires de regionalizarse) en espacio limitado de columna es difícil. Por lo tanto no podré abordar todas las aristas.
Si de liberalizar el consumo se trata, es menester discutir sobre cuales drogas entrarían en la ecuación. Liberalizar la producción y consumo de droga sintética tiene un costo social altísimo, aquí el ejemplo de la prohibición no cabe: Una cosa es alcohol barato y otra muy diferente, drogas diseñadas para destruir el sistema nervioso central. Pero además, cuando la prohibición del alcohol terminó, el crimen organizado transfirió el consumo del mismo a rublos delictivos que no fueron liberalizados, el juego y la prostitución. Ganancia redonda para el crimen organizado y la reducción de la violencia en las ciudades como Chicago, Filadelfia, Nueva York o Nueva Jersey se vio acompañada de tolerar grados de corrupción mayores.
Sin embargo, de vuelta en nuestra realidad, legalizar el consumo (de todas las drogas) obligaría a transferir el problema de la droga de un plano de seguridad al plano de salud pública y entonces afrontar el rol de atender socialmente al adicto. Lo cual plantea un reto gigantesco para los sistemas de salud sobre todo en países donde hay resistencia al pago de impuestos.
Ahora bien, voy a tomar –por razones del debate– la posición laxa: Acepto el derecho de propiedad sobre el cuerpo, acepto la producción libre de la droga y su libre paso para reducir la violencia. E incluso, que al pasar al mercado sería ¨menos dañina¨.
Aquí, estamos obligados a considerar dos puntos que no aparecen claramente en el debate.
Primero, que la política de certificación de EEUU pasa a quinto plano y tenemos la suficiente independencia (como país o región) para buscar formas alternas de desarrollo ante un des-apalancamiento de EEUU. Entonces resulta que las voces más independientes del ¨Sur¨ que pretenden romper la interdependencia compleja con EEUU no andaban tan perdidas.
Segundo. Ante el futuro escenario de la legalización de tráfico, producción y consumo: ¿Quiénes tienen hoy la infraestructura para producir la droga?
Los mismos Cárteles.
Legalizar la droga, en un marco regional significaría que los 28 grupos criminales mexicanos pasarían a ser 28 empresas. ¿Habrá persecución penal contra los exmiembros de los Cárteles? ¿Se dará amnistía general por la violencia, el daño moral y físico que generaron? ¿Narco-sicario hoy, empresario en la legalidad mañana? ¿Así de fácil y rápido? El argumento por esta futura legalización y moratoria ha sido planteado fuertemente por el expresidente Vicente Fox, quien tiene nexos no aclarados con el Cártel de Sinaloa dicho sea de paso.
¿Qué hacemos con los delitos conexos al narcotráfico que no desaparecen porque son rubros separados del tráfico de drogas? El tráfico de migrantes, de mujeres centroamericanas para prostitución en México, el tráfico de órganos y la extorsión también son negocio de los Cárteles. Como no pudimos combatirlos y la letalidad del crimen organizado fue mayor, ¿También se legalizará, aunque sea, su tránsito por el territorio?
Yo no pretendo resolver el problema. Es complicado y tiene muchas facetas.
No sé si estas declaraciones del presidente Pérez Molina son para ganar popularidad o para desviar la atención. No lo sé. Lo que sí sé es que un cambio de estrategia es necesario. Donde el Estado debilite a los Cárteles en lo financiero, para que entonces, dado el caso, los Carteles pidan al Estado buscar una salida alterna.
No al revés.
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