Con estas palabras históricas, Juan Pablo II llegaba al clímax del evento realizado esa mañana de noviembre en Sicilia. Corría entonces el año de 1982 y Palermo era un bastión de la cultura del miedo y del silencio. Un día antes del arribo de Juan Pablo II, la mafia había deliberadamente asesinado a cuatro personas, incluyendo a dos jóvenes de 14 y 18 años.
Cincuenta mil personas escuchaban el discurso del entonces Papa, concentrados en el Valle de Belice. Y allí por primera vez, articularía fantásticamente Juan Pablo II el término ´fenómeno mafioso´ entendido como una ´civilización´ opuesta a la vida, contraria a la dignidad humana y basada en la cultura de la muerte.
Harían falta al menos ocho años más para el aparecimiento de los fiscales anti-mafia Falcone y Borsellino, pero el mensaje se había empezado a sembrar ya en el imaginario social siciliano. Que la mafia no es un problema italiano o europeo, se trata de un problema global porque, como lo entendía Falcone: ´La mafia siamo tutti quando abbiamo girato la faccia, quando siamo in silenzio´.
Hay que reconocer que el denominado ´modelo Falcone´ tiende a citarse mucho pero a entenderse poco en razón que las fortalezas estructurales del sistema judicial italiano que dieron génesis al Maxiprocesso y al Processo Spartacus no son las mismas que las del sistema mexicano o guatemalteco. Pero hay quizá si un punto importante para extraer de la experiencia del Mezzo-giorno: La cultura del silencio como el instrumento que empodera al crimen organizado para apoderarse del espacio público.
Juan Pablo II hizo la denuncia pública y luego la experiencia judicial palermitana (con Falcone y Borsellino como mártires) se sumaría a otras muchas historias de mártires que dieron la vida por no callar, por no ser cómplices, por ser incómodos al crimen organizado, por poner el dedo en la llaga y por permitirnos conocer la verdad. Cito algunos: El periodista Peppino Impastato, el sacerdote Guiseppe Puglisi, el también sacerdote Peppino Diana, el periodista Cossimo Cristina, el periodista Giovanni Spampinato, el Magistrado del Supremo Cesare Terranova, el mariscal Lenin Mancuso, el empresario Libero Grassi, (el primer empresario importante en Italia que denunció la complicidad total de la industria del cemento con la mafia); la periodista Ilaria Alpi, Giovanni Gargiulo (de solo 14 años y muerto por estar en el lugar equivocado a la hora equivocada) y, Valentina Agguato quien jamás pudo probarse el vestido de 15 años que había comprado porque un killer de la Camorra la mató de dos tiros en la cabeza.
El proceso de reconstrucción del tejido social tiene síntomas muy claros.
El imperio de la ley, cuando llena los vacíos de poder, genera sentencias draconianas y toca a los ´intocables´. Esto es importante. Por eso el Maxiprocesso sigue siendo icónico al haber expuesto, por primera vez en la vida, a los cabezas de la Cosa Nostra como lo que eran: Animales enjaulados. Aquí no se trata de ´chaquetearse a la mexicana´ con entregas arregladas o ejecuciones extrajudiciales realizadas por los mismos elementos de seguridad. Se trata de mostrar que los intocables pueden ser tocados y tratados cómo simples mortales en uso y respeto de la legalidad. Por eso resultan al final tan simbólicas las palabras con las cuales inició la lectura de la sentencia del Maxiprocesso: ´En nombre del pueblo italiano…´.
Sin embargo, cuando el imperio del judicial hace su trabajo generando sentencias hay otros síntomas de empoderamiento en la ciudadanía. Se rompe el silencio y los espacios cotidianos se convierten en vitrinas de denuncia. Pero no del tipo de denuncias ´anónimas´ que se utilizan para construir ´vendettas políticas´. Todo lo contrario. Denuncias públicas con nombre y apellido sembradas en los espacios más mediáticos posibles.
El canta autor italiano Fabrizio Moro (si bien no está al nivel de cantantes contemporáneos italianos de la talla de Vasco Rossi) ha hecho algo increíble. Compuso y produjo la canción titulada ´Pensa´[1] la cual es un ataque frontal a la Cosa Nostra y por derivación, a todas las formas de mafia en el sur de Italia. La presentó además en el festival de San Remo en 2007 y la canción se mantuvo varios meses en el top 10 de las radio italianas. Entonces, un síntoma claro de una sociedad que reconstruye su tejido social sería el gusto manifiesto por cualquier aspecto (incluyendo una canción) que critique frontalmente la ilegalidad. La canción ´Pensa´ fue tocada en todas las radios italianas. Qué diferencia, en lugar de como sucede en Mexiquito al notar con tristeza que los denominados narco-corridos se asientan como un género musical demandado en la preferencia de jóvenes y no tan jóvenes.
El director del Fundación LIBERA, Stefano Fumarulo ha dedicado por décadas esfuerzos a la concientización entre los jóvenes de bajos recursos italianos en cuanto a las ´formas de vida, actitud y valores mafiosos´ con la intención de evitar el reclutamiento. Me decía en 2005, cuando yo comenzaba a interesarme en las posibles similitudes entre las estructuras delictivas mexicanas y las italianas que sería muy difícil suponer que los Carteles construyan rituales de iniciación similares a los usados por los clanes y familias del sur italiano. Pero que en definitiva, ambas formas de criminalidad se nutren del peso de una omerta, de un silencio construido a base del secuestro de aquello que nos es sólo nuestro: La libertad para hablar, la libertad para ver, para escuchar y transformarla en la cultura de voltear la cara, en la cultura de la desconfianza y de la tolerancia al abuso permanente. Como lo expresa a gritos la canción escrita por Moro: ´No se puede vivir siempre bajo el temor de la pistola, bajo el temor de terminar en una fosa y suponer que la justicia es una ilusión´.
Cinco años luego de la muerte de Falcone, se instituyó que cada 21 de marzo, el primer día de primavera en el hemisferio norte, se recuerde a las víctimas inocentes de la mafia. Es un acto muy noble y gentil de parte del Vaticano. Se espera que este viernes el Papa Francisco presida una vigilia acompañado de unas 15 mil personas.
El Papa Francisco nos ha sorprendido para bien. No creo aventurado suponer que su discurso del día 21 denunciará lo que es congruente con la tradición profética a la cual se adhiere: Que el amor al dinero es la raíz de todos los males. Otra voz del pasado, adherida también a la misma tradición profética había hecho ya esta misma denuncia al teorizar el fenómeno del Capital dentro de una lógica de carácter sacrificial. Dice Marx en sus Metáforas Teológicas, ´ La total cosificación, inversión y el absurdo [es] el capital [...], que…. ´aparece cómo un Moloch reclamando el mundo entero, como víctima ofrecida en sacrificio (Opfer) en sus altares´. Podríamos decir sin temor a equivocarnos, que sacrificar al ´otro´ (y en particular al débil) sobre el altar de Moloch para lograr la mayor ganancia posible es, en suma, la esencia del fenómeno mafioso. Indistintamente si quien lo lleva a cabo es un actor legal o no.
De regreso entonces en la Sicilia de 1982,[2] en ese acto público que hoy es pieza de la historia. Pietro la Mattina, líder obrero palermitano saludó al Papa en nombre de todos los trabajadores de Sicilia. Y sus palabras fueron históricas por denunciar lo que los estamentos de poder jamás habían querido decir: ´Estamos hartos de la mafia´. No es para menos si recordamos que en el contexto italiano han sido los colectivos obreros y los partidos comunistas los únicos quienes se han opuesto siempre con mayor coraje y frontalidad a la mafia.
Quizá en cierta forma esto se debe a que las diferencias entre ´el mafioso´ y ´el capitalista´ no son tantas al final de cuentas.
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