Esto hizo que durante el siglo XX tuviéramos índices terroríficos de muertes. Después de la firma de la paz, en 1999 se alcanzó una baja hasta el promedio latinoamericano, 24 por cada 100 mil. Pero empezó una nueva militarización de la seguridad, que aportó a duplicar las muertes violentas en la siguiente década hasta 48 por cada 100 mil en 2009.
En medio de este ambiente adverso, un octubre de 2002 empezó un proyecto que nada contracorriente, en la dirección correcta, en unas colonias marginales bajo el Puente Belice, de la Ciudad de Guatemala. Su esencia es educar desde la ternura, recuperar la autoestima de jóvenes en riesgo y darles oportunidades educativas y laborales para romper con el círculo de la pobreza y la marginación y, así, evitar la violencia. Se trata del Proyecto Educativo-Laboral Puente Belice, en el barrio San Antonio de la zona 6 capitalina, iniciado por Manolo Maquieira SJ, que se fue a vivir en la colonia del Puente Belice desde el año 1996 y falleció un octubre de hace siete años.
Los jóvenes pobres de las ciudades de Guatemala tienen muchas dificultades para seguir sus estudios después de la primaria. Y cuando dejan de estudiar consiguen malos trabajos, con peores salarios y se consideran inútiles porque no pueden salir adelante.
El Proyecto les demuestra que sí valen, que sí pueden salir adelante por sus propios medios, trabaja en recuperar su autoestima por medio del estudio y el trabajo, y en recuperar el tejido social. Intenta formar una gran familia que demuestre en las colonias que sí se puede salir adelante sin involucrarse en violencia, que sí pueden ser actores de cambio y testimonios de vida.
Los gobiernos, quienes tienen acceso al poder económico y político, y el Estado deberían comprender que no es con una respuesta violenta o con limosnas como alcanzaremos una sociedad más armoniosa y en paz. Será únicamente con oportunidades para todos los ciudadanos. Y la sociedad es la que debe ofrecer estas oportunidades. Sin oportunidades, nadie puede salir adelante.
Este Proyecto demuestra que si se les dan oportunidades a los jóvenes, la mayor parte las aprovecha. A 340 jóvenes les otorga una combinación de educación con ternura, con disciplina y pautas de comportamiento. Es saludable para el desarrollo de las personas, que de niños, jóvenes y adultos sepan que existen límites. Esto les permitirá alcanzar una adultez en la que puedan ser plenamente libres.
Más de 20 empresas privadas apoyan el Proyecto dándoles oportunidades laborales dentro de sus propias firmas a estos jóvenes, algo más difícil de obtener que meras donaciones que sirven para lavar conciencias. Si más empresas dejaran de considerar la responsabilidad social empresarial como una limosna y se involucraran con dar oportunidad a los jóvenes que lo solicitan, el país podría cambiar a un ritmo mucho más veloz.
Este proyecto no sería posible sin un equipo comprometido y trabajador y sin la fundación que hizo Maquieira, quien tenía una gran capacidad para hacer sentir a la gente que son personas queribles. Una autoestima baja –independientemente de la clase social, pero reforzada por la sensación de ser nadie y no servir para nada– hace que las personas sean más agresivas con la sociedad que las rodea.
¿Cómo se quiebra este círculo de la violencia? Manolo Maquieira y el Proyecto Puente Belice nos demuestran que con oportunidades, y también con ternura y cariño.