Contaminación de empresas mineras: cuando el dinero no nos alcance

En Sonora, el complejo minero Buena Vista del Cobre derramó 40 mil metros cúbicos de aguas residuales  que contienen ácido sulfúrico sobre el Río Bacanuchi, afluente del Río Sonora que recorre 420 kilómetros. En Durango, la empresa minera Proyecto Magistral derramó dos mil metros cúbicos de cianuro que contaminó el Arroyo La Cruz, afectando 400 metros cuadrados de suelo natural.

La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) ha impuesto medidas urgentes que tienen que realizar las empresas mineras para la reparación de los daños ambientales, entre las que destaca la flamante idea de subir las cortinas de las represas contenedoras de químicos.

El argumento con el que se defienden las empresas -“hubo lluvias inusuales que llenaron las represas”- es inadmisible. Lo que ha ocurrido esta semana es negligencia de las empresas mineras, sí, pero también de la SEMARNAT y la PROFEPA. La contaminación de aguas que está afectando a miles de personas en ambos estados se pudo haber evitado si en vez de tomar medidas restaurativas se hubieran tomado medidas preventivas. Por ejemplo, construir desde el principio represas más altas, pero prevenir es más caro y prefieren lamentar.

La PROFEPA ha anunciado además que iniciará el procedimiento administrativo correspondiente para multar a las empresas mineras responsables de la emergencia medio ambiental. La Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente establece en su artículo 171 que las multa pueden ser de treinta a cincuenta mil días de salario mínimo, o sea, un pelo a un gato.

El agua contaminada traerá consecuencias irreparables económicamente. Los químicos derramados sobre los ríos son veneno puro y tardan años en eliminarse. Matan peces y ganado, afectan a las plantas y contaminan los alimentos. Vuelven inconsumible el agua porque son cancerígenos. Las multas de nada sirven para preservar la vida y la salud. Gobierno y mineras deben de entender que eso no se paga, ni con todo el oro del mundo.

Es como para ponernos a temblar que nuestros políticos sigan pensando que el daño al medio ambiente se paga con dinero. En toda la fiesta sobre la reforma energética y los muchísimos beneficios económicos que aseguran nos traerá, han dejado fuera al agua. El recién aprobado fracking para extraer gas shale de subsuelo, es el más claro ejemplo: para la exploración y explotación de un solo pozo se necesitarán entre 9 y 29 millones de litros de agua, y hay un alto riesgo de que las fuentes de agua cercanas al pozo queden contaminadas.

Es evidente, el negocio no sale, los minerales y los hidrocarburos son importantes para el desarrollo pero el agua es elemental para vivir.

* Publicado en Animal Político, 15 de agosto de 2014.