Cómo hacerse millonario en Guatemala

La historia que narraré está apegada a la realidad. Inició a principio de los años 60 del siglo pasado cuando tres hermanos madrileños fueron heredados por su padre. Durante casi 15 años habían trabajado al lado de su progenitor en una panificadora que tuvo mucha bonanza y como muchas empresas que no tienen un norte bien definido, al llegar su dueño a la senectud fue fraccionada para ser repartida entre los hijos.

La empresa permitió que a uno le quedara la panificadora establecida en pleno centro de Madrid y a los otros dos, suficiente dinero para montar en cualquier parte del mundo otras similares ya que, aparte de la experiencia adquirida a lo largo de 15 años, habían cursado estudios para tales menesteres. De esa cuenta, uno migró para Río de Janeiro y el otro a un país centroamericano. Las panificadoras que montaron en dichos países conservaron la calidad de producción.

Treinta años después, los hermanos se reunieron y establecieron que: la empresa madrileña había tenido un crecimiento aceptable no obstante los altibajos marcados por la economía española; la brasileña estaba en franca quiebra debido a que el dueño se había dedicado a la farra de las playas cariocas y encima de ello, se había hecho de tres familias; y la centroamericana le había permitido al dueño situarse entre los millonarios del istmo.

Al analizar la situación de cada una de las empresas —la reunión tuvo lugar en Río ya que el hermano que allá vivía tenía imposibilidad económica para viajar—, quien estaba en América Central les compartió que la bonanza de la suya estribaba en la baja carga impositiva del país donde tenía el negocio, la facilidad con que evadía impuestos y los bajos salarios que pagaba a sus empleados.

A una veintena de años de haber escuchado esta historia (me la contó un hijo del empresario carioca), ignoro qué sucedió finalmente con las tres panificadoras pero, las causas de la prosperidad de la empresa centroamericana siguen vigentes en Guatemala: Evasión de impuestos, bajos salarios y la injusta distribución de la carga impositiva en el país.

De la evasión de impuestos ni hablar. Baste leer las noticias de prensa este año y del esfuerzo que está haciendo el gobierno por corregir esa situación. Con lo evadido se podría pagar la deuda externa de Guatemala. Los bajos salarios nos colocan a los guatemaltecos en una situación vergonzosa ante el concierto internacional de naciones y en cuanto la carga impositiva, porcentualmente pagamos más quienes ganamos menos. Y conste, somos cumplidos con nuestros pagos.

Sumado a lo anterior, Guatemala es virtualmente drenada por las grandes transnacionales que, como las empresas que usufructúan la  minería o el petróleo, dejan “regalías” y miseria. Una que otra carretera o edificio de escuelita rural para taparle el ojo al macho y todavía nos exigen ser agradecidos. El Estado como tal no existe ante semejantes poderes fácticos. Y tienen sus sonsonetes: extranjeros neoliberales nacionalizados que se atreven a hablar y publicar “por nosotros”, siendo que son “de los otros”. Y se dan por ofendidos cuando se les dicen sus verdades… ¡Ah!, también argumentan ser guatemaltecos de pura cepa.

De esa cuenta podemos colegir: Si quiere hacerse millonario en Guatemala, simple y llanamente monte una empresa, evada impuestos, pague salarios de hambre y tribute al fisco lo mínimo posible. En poco tiempo será un magnate.

Bien dicen los teólogos: “Detrás de una gran fortuna casi siempre hay una gran injusticia”.