Uno de los caminos que lleva a la Feria de Jocotenango fue pintado con los colores nocturnos del 15 de agosto. La escasa luz que pasea por el hipodromo del norte, llega a alumbrar los rostros cansados de los vendedores, y los gestos de sorpresa de los visitantes. La música duranguense y el reguetón (entre otros géneros) se mezclan con gritos del hombre que grita ¡lotería!. Se produce una serie de sonidos que alternan, además de la voz del Buky, con los olores de tacos, garnachas, churros…y ...
Uno de los caminos que lleva a la Feria de Jocotenango fue pintado con los colores nocturnos del 15 de agosto. La escasa luz que pasea por el hipodromo del norte, llega a alumbrar los rostros cansados de los vendedores, y los gestos de sorpresa de los visitantes. La música duranguense y el reguetón (entre otros géneros) se mezclan con gritos del hombre que grita ¡lotería!. Se produce una serie de sonidos que alternan, además de la voz del Buky, con los olores de tacos, garnachas, churros…y demás aromas de feria.
Al fondo de todo, destellan las luces de los juegos mecánicos. Las colas más largas las provocan aquellos aparatos con complejo de lavadora: sacuden y alborotan el contenido, con gritos incluídos. La mayoría sonrie, ha dejado guardada la rutina en casa.