Los eventos recientes evidencian los avances cada vez más descarados del pacto de corruptos. En su discurso, el presidente del Congreso de la República, Álvaro Arzú Escobar, declaró con descaro proverbial y sin pudor alguno su desprecio por la sociedad civil organizada y por los compromisos que Guatemala ha asumido en la comunidad internacional. Sin nada que envidiarles a los cabecillas fascistas y nazis de las décadas de 1920 y 1930, personifica muy bien al grupo de exaltados que en Guatemala están embriagados por un sentimiento de poder y de triunfalismo.
Pudre al Ejecutivo el mismo cáncer político, ya que el gabinete de gobierno es ocupado por exaltados que también sienten que pueden hacer con los recursos e instituciones del Estado lo que les venga en gana. Muestra inequívoca de tan vergonzosa realidad fue el ridículo protagonizado por las autoridades de la Dirección General de Aeronáutica Civil y del Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda al anunciar en conferencia de prensa la anulación unilateral del convenio que esas entidades habían suscrito con el Ministerio Público. Todo un barullo para dar marcha atrás pocos días después ante la ola creciente de críticas y la indignación.
El presidente Jimmy Morales y su gavilla mienten en público. Exhibiendo una actitud despreocupada, se muestran embriagados de poder porque, según ellos, la destrucción de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) y de la lucha contra la corrupción está más que consumada. Además, se sienten arropados, apañados, mimados y consentidos por la complicidad y connivencia de la cúpula actual del Comité Coordinador de Asociaciones Comerciales, Agrícolas, Industriales y Financieras (Cacif), con lo cual se constata que, en Guatemala, la madre de todos los negocios es el de la impunidad, el de la posibilidad de ofrecer por un precio el privilegio de violar las leyes sin castigo. Están hartándose y embriagándose con las mieles de la corrupción y de la impunidad.
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Todo esto debería carecer de sentido, ya que, si prevalecen el régimen democrático y el orden constitucional, toda esta bacanal de corrupción e impunidad debería acabárseles en menos de un año. Por lo tanto, deberían estar preocupados, y no tranquilamente ebrios de poder. No les preocupa ni les quita el sueño la posibilidad de que en un año un nuevo gobierno probo ponga fin al aquelarre de sus privilegios actuales y de que sean llevados a los tribunales para enfrentar persecución penal por sus robos, desmanes, abusos y fechorías.
Su propia tranquilidad evidencia cuán real y seria es la posibilidad de que parte de su plan sea precisamente evitar que las elecciones sean libres, limpias y democráticas. Evidencia de que, seguramente, las gestiones con candidatas o candidatos para negociar su impunidad después del 14 de enero de 2020 y mantener el statu quo les son favorables y van avanzadas.
La única amenaza seria para los integrantes del pacto de corruptos es la CC, la entidad con poder suficiente para arruinarles la fiesta de la cual aún no se han adueñado, pese a que la magistrada presidenta enfrenta graves señalamientos de estar alineada con ellos. Por ello, justamente por ser la última línea de defensa de la ciudadanía, es que hoy por hoy tres de sus magistrados titulares están bajo ataque.
Está por verse si la CC actual estará a la altura de la presidida por Eduardo Epaminondas González Dubón, quien en 1993, de manera histórica y legendaria, demostró valentía y firmeza al frenar a Jorge Serrano. ¿Frenará esta CC a Jimmy Morales y a su pacto de corruptos?
¡Urge apoyar a una CC independiente del pacto de corruptos!
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