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Cambiar el rumbo o morir en el intento

Los últimos cuatro gobiernos han abierto las puertas de los cuarteles para llamar al Ejército a las calles sin que con ello se reduzca y mucho menos se elimine la violencia homicida en Guatemala. Por el contrario, ha crecido como la espuma. Aun así, no se dan cuenta del error y siguen el perverso deporte de apostar nuestras vidas.
Tipo de Nota: 
Opinión

Cambiar el rumbo o morir en el intento

26 de Julio de 2013
Palabras clave

No hay peor ciego que el que no quiere ver, dice el refranero popular. Y el dicho alude a las personas quienes, pese a tropezar con la misma piedra, no cambian el rumbo de sus pasos. Una sentencia que cabe a la perfección ante la reiterada ceguera de las autoridades en materia de seguridad.

Las muertes violentas que los medios han destacado en menos de diez días ponen el acento en el problema que significa vivir al día en Guatemala. Una niña es violentada y asesinada brutalmente. Un adolescente de liderazgo reconocido en su entorno, muere por un ataque armado para robarle el celular. El ladrón que le atacó y asesinó, muere en un hospital público, luego de ser vapuleado en venganza por el ataque al estudiante.  Ésa es, sin más adornos, la cotidianidad. Angustia, dolor, rabia...

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