Balance político del 2013

Empecemos con lo positivo, para cambiar el tono de pesimismo que siempre nos invade: hay signos muy claros que las élites políticas y empresariales de este país, han finalmente descubierto lo que se ha dicho por décadas, y es el hecho de que generar políticas públicas incluyentes y que combatan la enorme desigualdad que prevalece en Guatemala es la mejor apuesta para pacificar y modernizar el país, de manera que la enorme división entre el país útil, el que nos muestran los poster y las campañas publicitarias, y el país inútil, el que está lleno de pobreza y marginación política, social y económica, debe empezar a disminuir paulatinamente.

El impulso del gran acuerdo nacional que impulsó la ENADE 2013 y los compromisos mínimos de políticas públicas que resultaron de este ejercicio de concertación política, son excelentes señales de que la cúpula empresarial está empezando a pensar seriamente con un sentido social mínimo, lo cual es una excelente noticia en un país tan excluyente como Guatemala.

La apertura en la más exclusiva zona del país de una “Escuela de Gobierno”, la cual cuenta con un excelente programa de docencia y de conferencias magistrales, es igualmente alentador, ya que quiere decir que al fin, la función pública contará a futuro con pensadores de alto nivel que se espera, puedan planificar los grandes cambios estructurales que requiere Guatemala, y que empiezan con la muy mencionada Refundación del Estado, aunque claro está, en la actualidad muy pocos actores y académicos saben exactamente qué significa ni que alcance tiene el término.

En la misma línea, el trabajo del Presidente en pro de generar condiciones idóneas para los negocios, fue reconocido internacionalmente con el premio de “líder del año”, hecho que está en la misma lógica de pensamiento: Guatemala necesita mejores condiciones sociales para impulsar un clima de negocios más rentable.

Lamentablemente, todos estos esfuerzos valiosos en otro contexto, fueron hechos con la misma mentalidad con la que se construyó este país: excluyendo a quien piensa diferente, combatiendo a sangre y fuego a quienes no se alinean; el aumento de la persecución de los líderes que están defendiendo el territorio contra los proyectos de extracción de recursos naturales, es un buen ejemplo de esta miopía política que aún prevalece.

Construir la unidad, indudablemente, no es tarea fácil, especialmente en un país como éste, en el que la costumbre es la crítica destructiva a todo lo que no nos parece, sin embargo, la larga historia de exclusión y de ninguneo político demuestra que la falta de unidad sigue siendo el talón de Aquiles de todos los proyectos impulsados hasta la fecha para alcanzar el sueño del Desarrollo.

Por eso, deberíamos aprender muchísimo más de la historia de Sudáfrica y del sueño de unidad del que era portador Nelson Mandela, el aclamado líder que logró la pacificación de su país por medio de medidas audaces que superaron la lógica de la exclusión y el revanchismo político, un ejemplo digno de admirar para todos quienes soñamos con una patria unida, grande entre las grandes, y con plena conciencia de sus limitaciones:

Las palabras del gran líder sudafricano nos deben de alentar en esta búsqueda compleja de la unidad nacional:

“Si quieres hacer las paces con tu enemigo,
 tienes que trabajar con tu enemigo.
 Entonces él se vuelve tu compañero”. Nelson Mandela