Así fue publicada la noticia en Nature news, e igualito la repitieron los demás medios. Luego de enfrentarse a tal afirmación de Stephen Hawking, uno ya no lee bien: pasa los ojos por encima del texto pero no distingue nada que no sea que los agujeros negros no existen. He ahí el problema. Aunque medio expliquen cómo era la cosa, el cerebro se queda trabado en lo otro, aturdido y confundido.
Dicho así, parece que no valía la pena leer lo que precedía a la oración ni mucho menos lo que seguía. Ni hablar de leer el artículo original completo. En realidad, la frase se extrajo del octavo párrafo de un artículo sin ecuaciones –pero no por eso menos denso-, colocado en arXiv en preprint, escrito –en efecto− por Hawking y decía: “La ausencia de un horizonte de eventos significa que no existen agujeros negros –en el sentido de regímenes de los cuales la luz no puede escapar al infinito. Sin embargo, hay horizontes aparentes que permanecen por un período de tiempo. Esto sugiere que los agujeros negros deben ser redefinidos como estados ligados metaestables del campo gravitacional”. El artículo entero marea a cualquiera que no esté familiarizado con el tema. Habrá un cierto público que más o menos lo entienda cualitativamente pero, para comprender de verdad lo que dice, hay que tener conocimientos avanzados de astrofísica, relatividad general y cosmología (con el apellido cuántica).
Siempre es bueno que nos alcance la curiosidad científica para leer lo que realmente dijo el acusado en todos los medios de haber matado a los agujeros negros, tras años de hacer grandes contribuciones a las teorías que tratan de describirlos. Sin embargo, basta fijarnos en el pedazo de párrafo y, aunque no lo entendamos del todo, queda claro que, más allá de decir que de plano no existen los agujeros negros, Hawking propone una redefinición de los mismos. Lo malo es quedarnos trabados en la frasecita y no indagar más.
La divulgación científica es una cosa delicada, como lo es todo lo que se socializa. Me encantó observar que, en las redes sociales, el titular provocó discusión: las personas preguntaban de qué se trataba el asunto a quienes podían arrojar un poco de luz. ¡Informarse es el mejor remedio contra el aturdimiento y la confusión! El intercambio ocurrió a todo nivel, los mismos físicos estaban expresando sus opiniones y no necesariamente para informar al público sino para discutir la propuesta entre ellos. No me gusta que se utilicen encabezados sensacionalistas, alejados del verdadero sentido de las notas científicas y que el precio sea confundir a la gente.
Lo que no le cuentan es que el artículo aún no ha sido publicado en una revista arbitrada. Todavía le falta pasar por el peer review, que decidirá si se publica o no. ¡Pero es Hawking! ¿Y qué? Lo revisarán igual que a todos los demás. En la ciencia no hay dioses, ninguno puede decretar dogmas, no hay sacerdotes. Hay humanos falibles haciendo lo mejor que pueden. Incluso publicado el artículo no significa que lo que dice es ley. Este estudioso de los agujeros negros propone una solución a una paradoja, una salida al dilema que tiene trabajando a muchos físicos teóricos desde hace años, que consiste en conciliar la gravedad –teoría general de la relatividad− con la física cuántica para poder describir los agujeros negros. Ambas contemplan su existencia, pero cada una resalta aspectos diferentes de su naturaleza. Pareciera que habría que confirmar una de las teorías y desechar la otra, sin tener cómo escoger cuál ya que las dos están muy bien sustentadas por la evidencia. La salida consiste en replantear las propiedades de los agujeros negros para no tocar ninguna de las dos. Así, este señor continúa proponiendo cosas nuevas, aunque esto implique renunciar a lo que en algún momento nutrió sus propios argumentos, cuestionarlos. También lo cuestionan otros. Ya hay físicos de su misma talla señalando posibles fallas, como debe ser. Todas esas ideas se traducen en ecuaciones, y mientras se nos derrite medio cerebro de sólo imaginarlas, otros dirán si finalmente la paradoja se resuelve o si hay que tomar otro camino.
Como siempre, en la ciencia no todo está dicho –no importa quién haya escrito la última palabra.
* Dazed and Confused, canción de la banda Led Zeppelin del álbum Led Zeppelin (1969).
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