Sin embargo, algunos de los candidatos han tratado el tema, pero con cautela y cuidándose de no “meter la pata” anunciando un incremento de impuestos. Además, la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) ha reportado recuperación de la recaudación tributaria, lo cual alienta el relajamiento en cuanto al tema fiscal.
Con esto, los candidatos suspiran, como diciendo: “Todo va a estar bien, afortunadamente la crisis ya pasó y empezamos la recuperación. Me va a tocar la bonanza económica”. Y es que, afortunadamente, la crisis económica mundial pareciera que no está siendo el cataclismo apocalíptico que algunos economistas y expertos temían.
Pero mucho cuidado. Esos economistas expertos tenían sus razones para temer lo peor. Podrá no haber sido un cataclismo apocalíptico, pero sí fue el peor descalabro económico desde la Gran Depresión de 1929. Sus efectos económicos y financieros quizá estén menguando, pero sus efectos sociales y humanos de largo plazo solo están empezando a emerger.
Al igual que en casi todos los países de la región, la carga tributaria es uno de los indicadores económicos más golpeados por la crisis. La de Guatemala se desplomó del 12.1% en 2007 a 10.3% en 2009, una caída únicamente superada en los peores años de la guerra.
El presupuesto de 2011 considera una carga tributaria de 10.8%. Sin embargo, esta estimación está plagada de agujeros: Q1 mil millones por la Ley Antievasión II sin aprobar (esta era la estimación para un año completo de vigencia), alrededor de Q800 millones por producción petrolera que no ocurrirá en 2011 y Q134 millones por el fallo de la Corte de Constitucionalidad en contra al impuesto al tabaco. Un agujero de casi Q2 mil millones, por lo que carga tributaria realizable es 10.3%, no 10.8%.
Ahora bien, es cierto que esta deficiencia está siendo compensada parcialmente con la recuperación económica y la amnistía fiscal aprobada por el Ejecutivo (que atenta contra la moral tributaria, una medida desesperada por obtener recursos). Pero las estimaciones muestran que estos factores a favor solo servirán para tapar el agujero. Es decir, lo mejor que puede esperar el Gobierno saliente es que la carga tributaria de 2011 cierre en lo originalmente previsto, 10.8%. Además, sin reforma fiscal, el nuevo Gobierno también debe esperar esa misma carga tributaria para 2012.
Entonces, sí hay recuperación (10.8% en 2011 y 2012, sobre el 10.3% de 2009, 0.5% del PIB recuperados sin reforma fiscal), pero es mucho más pequeña de lo que se perdió a causas de la crisis económica mundial (12.1% en 2007 sobre el 10.3% de 2009, 1.8% del PIB perdidos). Es decir, el nuevo Gobierno no contará con ingresos corrientes adicionales. Así de simple y sencillo.
Esto significa dos cosas. Primero, para continuar funcionando el nuevo Gobierno también se verá obligado a recurrir a tanto o más endeudamiento público que el que contrató el Gobierno saliente (mucho menos podrá reducirlo). Segundo, tendrá enormes y muy reales dificultades para poder hacer algo nuevo. ¿Y las promesas electorales y ofertas de política pública contenidas en los planes de gobierno?
Esos son los números, y las matemáticas son frías e insensibles, no perdonan. Así, los candidatos y sus equipos asesores en materia económica no deben ser ciegos ante esta realidad matemática.
Los candidatos pueden respirar y administrarse una dosis de tranquilidad porque las cosas no están empeorando. Pero definitivamente estamos lejos de decir “todo está bien, ya no necesitamos la reforma o más deuda”. Sin reforma fiscal, el nuevo Gobierno requerirá urgentemente préstamos externos y bonos del Tesoro. Por esta razón, la oposición a la aprobación de los préstamos y la postergación de la reforma fiscal, especialmente por parte de quienes encabezan las encuestas, es un contrasentido.
Los asesores económicos de los candidatos no pueden cometer la irresponsabilidad de mentir u ocultar los datos reales. Los candidatos no pueden ser irresponsables aspirando a la victoria electoral sin conocer la realidad de las finanzas públicas, creyendo que en 2012 todo estará bien. Los datos son públicos, están allí. Y lo mejor: no mienten.
ricardobarrientos2006@yahoo.com
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