En Brasil, lo inesperado: Protestas callejeras que se iniciaron en Río y São Paulo se extendieron a todo el país y al día de hoy alcanzan a más de 80 ciudades. Los izquierdistas están asustados porque el movimiento nació sin estar generado ni controlado por ellos y, la derecha estremecida, percibe el fin de una era: La del futbol como mecanismo de control social.
Dejemos momentáneamente a Brasil y circunscribámonos a Guatemala, la adquisición de malas prácticas en torno al futbol y la Coup du monde.
Recientemente supe de un caso extremadamente grave. Dos adultos jóvenes “se pelaron cuete” por diferencias estúpidas: Uno partidario del Real Madrid y el otro del Barcelona. Ni siquiera se trataba del futbol local. ¿Matarse por sinrazones?, ¡no tiene sentido! De suyo, matarse por lo que sea es un contrasentido. Afortunadamente, en el caso en mención, un anciano respetable se interpuso entre los dos pendejos, los desarmó y los mandó a su casa.
Colofón, en ciertos lugares de nuestro terruño aún se respeta la figura del personaje venerable que con su testimonio de vida se ha ganado el respeto de la comunidad y su autoridad moral es incuestionable. Un atisbo de esperanza.
Pero, ¿qué decir del aficionado del equipo Comunicaciones que murió linchado a manos de un grupo de seguidores del equipo Municipal en el Clásico 278 del balompié guatemalteco? Afortunadamente, a dicho caso se le está dando un adecuado seguimiento en los órganos jurisdiccionales.
Tales absurdos, ¿acaso han sido elementos de nuestra cultura? Ni por asomo. Mas, están sucediendo. Cauda: muertos, procesados, familias desbaratadas y esas lastimaduras sociales que no cicatrizan ni con el paso de los años.
Es que, los estadios ya no son un lugar de solaz y esparcimiento, menos de ocio sano. Se han vuelto territorios de violencia, confrontación y epicentros que roban masivamente la atención de miles de personas. ¿Hechos sin sentido?, quizá, aunque, todo apunta a maquiavélicos planes de control social.
Respecto del mundial: En orden a la política, se facilita que los corruptos enquistados en los gobiernos de turno hagan de las suyas durante esos momentos cuasi fatales en los cuales la inteligencia desaparece y la voz ya no es propia sino la de una espantosa multitud que se difumina entre los sonidos de las vuvucelas.
Y en América Latina, los Estados han avizorado los mundiales como periodos donde las presiones sociales pueden desaparecer y el control sobre la población se puede ejercer mejor. De esa cuenta, los “servicios secretos” o “servicios de ¿inteligencia?” están ya en efervescencia. “Servicios” que traducidos a la realidad no pasan de ser, con honradas excepciones, una caterva de orejas y matones. Ahora, digamos, tecnificados y digitalizados.
En el contexto de nuestro aquí y ahora, como guatemaltecos y guatemaltecas, hemos de estar atentos a lo que se pretenda hacer aprovechando ese lapso de arrobamiento. ¿Razones?: El intento de un golpe de Estado contra la Constitución, la imposición de la Ley de Control de las Telecomunicaciones Móviles en Centros de Privación de Libertad y Fortalecimiento de la Infraestructura para la Transmisión de Datos, la entrega de nuestros territorios a las industrias extractivas y la aprobación de un millonario e inmoral préstamo por el Congreso, —entre otras—, son más que suficientes.
Volvamos nuestros ojos a Brasil. ¿Acaso no será tiempo de imitar la protesta de una población harta del hambre y del solapamiento de sus causas por medio del balompié?
Así que, sin perjuicio del contento que pueda traer y dejar la Coup du monde, ¡aguas con el Mundial!
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