El Cacif llama ahora a recuperar nuestra sociedad de una crisis de valores que la arrastra sin distingos de clase ni de ningún otro tipo; comentarios aparte sobre su “2012 Nuevo Principio”, es importante reconocer la existencia de esta crisis en un día a día que adormece la atención y distrae el sentido de nuestras acciones. Acá se han criado ya generacionalmente estudiantes y trabajadores que manifiestan una mediocridad que pareciera innata, pero que es el resultado de la permisividad de un ...
El Cacif llama ahora a recuperar nuestra sociedad de una crisis de valores que la arrastra sin distingos de clase ni de ningún otro tipo; comentarios aparte sobre su “2012 Nuevo Principio”, es importante reconocer la existencia de esta crisis en un día a día que adormece la atención y distrae el sentido de nuestras acciones. Acá se han criado ya generacionalmente estudiantes y trabajadores que manifiestan una mediocridad que pareciera innata, pero que es el resultado de la permisividad de un sistema en franca decadencia.Y la solución no parece fácil, se recicla el círculo perverso de malos estudiantes, malos trabajadores; no se percatan de que en la economía y la sociedad interconectada de hoy, por ejemplo, aquellos que pueden incorporarse a la planilla de un call centerestán en competencia directa con jóvenes de otros países y continentes por prestar un servicio que requiere habilidades aún distantes para la mayoría de los nacionales y comunes para los extranjeros. Incluso, el trabajador migratorio que viaja a Estados Unidos se ve expuesto a la competencia que generan no solo otros migrantes, sino el hecho de que el avance tecnológico y la composición orgánica del capital tienden a apreciar menos sus capacidades y habilidades.A las realidades de las cifras y las clasificaciones, agréguele el condimento de las actitudes. Y es que, ¿cómo puede evitarse que se frustre una generación de jóvenes que se incorporan a la fuerza laboral con escasas expectativas y motivaciones? Se necesita la generación de liderazgos distintos a los que hemos tenido y que fijen ejemplos de vida que saquen a nuestros jóvenes de la idiotez que representa pensar que los caminos de superación pasan por ganar un concurso de televisión tipo “La Academia” o, en el peor de los casos, asociarse al capo o narco del barrio para seguir su negocio.Mejor si empezamos a ordenarnos y cada uno de nosotros iniciamos el cambio. No está de más asomarnos a nuestros hábitos y costumbres y ver si al primero que se puede rescatar de la crisis es a uno mismo. Un amigo cuenta la anécdota de cierto consultor extranjero que tras laborar unos meses en Guatemala hizo un comentario parecido a este: “Yo no entiendo a los guatemaltecos: cuando están en el trabajo hablan de tragos, y cuando están tomando tragos hablan de trabajo”, ha de ser costumbre que se trae de las aulas.
Más de este autor