El campo de batalla tiene dos vertientes, la política y la jurídica, y en ambas la lucha es encarnizada.
En lo jurídico se debate si el director del Registro de Ciudadanos se excedió o no en su resolución. Si el alegado fraude de ley es o no un delito tipificado, y en caso de no serlo, el desenlace sería favorable a Torres. En fin, lo que se espera en lo jurídico es una pelea larga, y que seguramente llegará a las instancias más altas de la administración de justicia.
El caso es que es cuestión de poco tiempo para que se agoten todas las instancias y termine el desfile de argumentos y juristas. Así que, no importando la enorme diversidad de opiniones y criterios, el resultado de la batalla jurídica es claro y sencillo: uno de dos resultados, Sandra Torres podrá o no ser candidata presidencial.
En cambio, el resultado de la batalla política es difuso. En términos de ganadores y perdedores, quién gana y quién pierde políticamente en cada uno de los dos posibles resultados jurídicos es algo complejo y capcioso.
Si al final la señora Torres no se puede inscribir, ella sería una perdedora indiscutible. ¿Implica eso necesariamente que el gran ganador en ese resultado sería el general Pérez Molina? No necesariamente, y de hecho, es lo menos probable.
Las encuestas, no importa realizadas por quién, ubican a Pérez Molina a la cabeza (la discusión es sobre la magnitud de la brecha que le separa de Torres, o dicho de otra forma, si esa brecha es reversible o no). Si con Torres como principal adversaria, Pérez Molina es muy probable que gane la presidencia (él y su partido creen que en primera vuelta), ¿por qué cambiar el escenario?
De hecho, cambiar el escenario le representaría riesgos indeseables. Muchos de los votos en las encuestas aparentemente favorables a Pérez Molina, en realidad son en contra de Torres. Son votos de “castigo”. Sin Torres, el personaje a quien castigar, ¿Pérez Molina continuaría contando con esos votos a su favor?
Es la gran apuesta de quienes se pelean el tercer lugar. Suger, Caballeros o Torrebiarte podrían ser algunos de los ganadores reales de la caída de Torres, en detrimento de Pérez Molina. ¿Cuáles serían los resultados de las encuestas si se elimina a Torres de las opciones?
En una columna anterior sugerí otros posibles ganadores de la caída de Torres. En la medida que Torres gozara de una probabilidad alta de ganar las elecciones, era lógico esperar que las élites actuaran como lo han hecho durante los últimos 200 años: el bloqueo, ya sea violento (a lo Honduras en 2009), o apelando al “Estado de Derecho”, con leyes hechas a la medida.
El caudal electoral de Torres, aunque nada despreciable, parece que ha perdido contundencia y las probabilidades favorecen a Pérez Molina. Pero es un secreto a voces que el general tiene la mala fama de indisciplinado con las élites, y que no ha recibido su “bendición”. Para la élite, un segundo lugar nuevo, luego de la caída de Torres, manejable, obediente y con potencial de remontar a Pérez Molina en la segunda vuelta electoral, más con el voto rural neutralizado, puede que sea un escenario mucho más atractivo.
Y aun si Pérez Molina logra la victoria electoral, el nuevo segundo lugar obediente haría que la de Pérez Molina sea una victoria pírrica. Sería un gobierno cuya bancada oficial estaría muy lejos de la mayoría parlamentaria, que iniciaría su gestión de rodillas debido a la crisis en las finanzas públicas (causada, en buena medida, por la negativa para aprobar medidas fiscales urgentes para el nuevo gobierno, una intransigencia del mismo Partido Patriota, hoy opositor en el Congreso dela República). ¿Quién se beneficiaría con asegurar que quien gane las elecciones arranque de rodillas, sin mayoría parlamentaria ni recursos financieros?
Con la caída de Torres, quizá el gran ganador sería el que siempre se ha beneficiado que cada nueva administración arranque con debilidades y sin recursos: la élite. Una élite que está guardando un silencio expectante, que si bien ha tenido serios problemas para lograr un candidato suficientemente dependiente y obediente, y con posibilidades de ganar, o por lo menos, de debilitar al ganador.
De cualquier manera, ese ganador silente estaría encontrando una forma para continuar ejerciendo el poder. El de verdad.
ricardobarrientos2006@yahoo.com
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